EXISTE…
—Alana… —Alana intentó parpadear, pero le dolían los ojos. No sabía cuántas horas había llorado, y sentía dos enormes yunques en sus ojos que le impedían abrirlos—. Alana… —Tomó una respiración completa, que dejó un dolor en el pecho y luego removió su cabeza.
Su cuello estaba entumecido, y tenía algo de frío.
Pero cuando ella abrió los ojos, Ivy estaba allí a su lado, con un vaso de plástico con humo caliente.
—Es café, toma un poco.
Alana se sentó derecha y apretó su cuello con las manos. Miró rápidamente al reloj de la sala de estar, y luego supo que eran las cinco de la mañana. También detalló la ropa de Ivy. Ella no se había ido del lugar, y tenía el maquillaje corrido.
—¿Qué ha pasado? —Alana preguntó tomando el vaso, y olfateó el café caliente.
—Parece que está estabilizándose, aunque parezca un milagro.
Alana abrió los ojos pasando un trago duro.
—¿De verdad? —Ivy asintió sin una pisca de duda y luego tomó una aspiración para recostarse en el sofá—. ¿Te has quedado aqu