18. Dentro de un infierno
No hay tiempo para limpiarse la humedad del rostro por las lágrimas. Azucena acaba de despertarse en un cuarto oscuro con una simple cama y una ventana cerrada.
Desde lo ocurrido en el accidente no sabe qué sucede, qué es lo que pasa. El aturdimiento fue tanto que lo que recuerda después es nada. Lo siguiente fue ella despertándose en el suelo.
Y no ha pasado ni cinco minutos desde eso.
Azucena sigue en el suelo, sollozando perdidamente por el horror qué vive. desorientada, nula en conocimiento, fallando en gritar porque el dolor de su rostro es demasiado. Azucena se arrastra hacia atrás. Sigue con la misma ropa con la que dejó su departamento, pero eso no es un alivio.
La mirada con la que observa el alrededor es de miedo total. Visualiza sus manos, manchadas de carmesí: sangre ya seca. Sus dedos están entumecidos y sus muñecas duelen por el impacto del choque en el auto. Trata de recordar lo que sucedió después y es en vano. Plagada de dolor, Azucena intenta ponerse de pie aún en su