Alice recibió un mensaje de texto de Damián que la dejó helada. —Espero que no me hagas pasar vergüenza, Alice, pues la forma en que llegaste a la mansión habla mucho de ti —ese fue el mensaje que la sacó de sus casillas. Solo bebió un par de tragos por la amargura que estaba sintiendo su corazón por causa de él.
—Espero que mi inteligencia y autocontrol sean suficientes para sobrevivir a la noche —susurró y tomó la decisión de no responder el mensaje de texto.
Horas más tarde, Alice se encontraba frente al espejo de su habitación, observando el resultado del trabajo del diseñador. El vestido era una obra de arte: un diseño de corte sirena en un tono azul profundo, que realzaba su figura y hacía que sus ojos brillaran con un matiz diferente. Llevaba el cabello recogido en un elegante moño bajo, con algunos mechones sueltos enmarcándole el rostro. El maquillaje era sutil, pero resaltaba sus rasgos. Se veía hermosa, innegablemente.
Justo en ese momento, un golpe suave en la puerta la sa