Damián se sulfura. Pudo notar la incomodidad de Alice y tan solo espera que Mariana tenga una razón válida para haber venido a la mansión después de que le dejó todo claro. Ese hombre salió tan enojado de la habitación que Carla aprovecha para ingresar, ya que trae la cena para Alice.
—Señora Anderson, he traído su cena.
—Por favor, déjala encima de la mesa, ya salgo —Alice está enojada y celosa. La visita de Mariana no le agrada.
—¿A qué carajos has venido, Mariana? Si es de trabajo pudiste haberme llamado.
—Si vengo hasta aquí es porque es importante, además lo suelo hacer. No entiendo cuál es el problema. ¿Vamos al despacho? —pregunta—. Te juro que estoy aquí por una razón muy importante.
—Que sea rápido, mi esposa está esperando por mí —le dice. Mariana se sintió ofendida, no quiere ni imaginarse que Damián y Alice se están acostando.
Estando en el despacho, Damián le ordena que vaya al grano. Y ella toma asiento para ver la reacción de su jefe.
—Ha sucedido algo muy preocupante. S