La expresión de Vicente finalmente se suavizó un poco.
Daniela, con una sonrisa en los ojos, no quería detenerse ahí.
Volvió a preguntar: —Andrea, siendo tan bonita y tan amable, seguro que no te faltan pretendientes. ¿Por qué no buscas un novio?
Al oír esto, el marisco en la cuchara de Vicente cayó inmediatamente sobre la mesa.
Andrea también se sorprendió ligeramente y, después de un momento, mostró una sonrisa resignada.
—Ya estuve casada, y mi hijo ya va al jardín de infancia.
Sin esperar esta respuesta, la mandíbula de Daniela casi cayó sobre la mesa.
Había intentado emparejar a los dos, sin imaginar que Andrea era una mujer casada.
El ambiente se volvió algo incómodo por un momento.
Después de un buen rato, Lina finalmente se atrevió a preguntar.
—Entonces... ¿por qué no vemos a tu esposo e hijo?
Andrea respondió con despreocupación: —Nos divorciamos. El niño quedó bajo la custodia del padre. El abogado Gazitúa fue quien llevó mi caso de divorcio, logrando que me quedara con la m