Él podría haberle dicho directamente. Pero eligió hacerlo de esta manera.
Luciana sentía como si su amor propio hubiera sido golpeado.
Salió del restaurante y la brisa en su rostro la hizo despertar un poco.
En ese momento, a través de su visión borrosa por las lágrimas, creyó ver la figura de José corriendo hacia ella.
Llevaba un traje, algo poco habitual en él.
Normalmente prefería ropa deportiva o casual, y su pelo, que era corto, no solía arreglarlo mucho.
Pero hoy se notaba que se había peinado.
Incluso llevaba pajarita.
José corría ansiosamente hacia ella y, al ver a Luciana en la puerta del restaurante, agitó la mano.
—¡Luciana!
Parpadeó para confirmar que realmente era José quien se acercaba corriendo, y Luciana apretó los dientes.
Cuando él llegó, antes de que pudiera hablar, Luciana se dio la vuelta para marcharse.
José rápidamente se colocó frente a ella, bloqueándole el paso.
—Luciana, escúchame.
Solo entonces ella se quedó quieta, mirándolo con ojos llenos de resentimiento