Miguel se frotaba las sienes con los dedos.
— Si está en peligro o no, no es asunto mío. No me busques más para sus problemas.
Dicho esto, Miguel colgó el teléfono.
Quería descansar un momento, pero tenía un fuerte dolor de cabeza y se sentía inquieto.
Finalmente, abrió los ojos y llamó a Andrea.
En ese momento, Andrea estaba comprando comida con Daniela, mientras Vicente los seguía empujando el carrito.
Cuando sonó el teléfono y vio que era Miguel, Andrea colgó sin pensarlo.
Miguel, al darse cuenta de que había colgado, frunció aún más el ceño.
Pensar que Andrea ahora no solo vivía con Vicente, sino que también trabajaba con él, lo ponía extremadamente irritado.
En ese momento, Ximena también lo llamó.
Aunque se sentía impaciente, contestó.
La voz de Ximena sonaba ronca:
— Hijo, me siento muy mal, tengo úlceras en la boca. ¿Podrías venir y llevarme al hospital?
— Estoy muy ocupado ahora, llama a Andrea...
El nombre de Andrea salió automáticamente.
Antes, todos estos asuntos familiares