No era difícil ver que Miguel estaba muy descontento con el divorcio de Andrea.
Julieta estaba tan asustada que incluso le salieron lágrimas, pero en ese momento no se atrevía a decir nada más.
El aspecto de Miguel era realmente aterrador, con el rostro sombrío, los puños apretados con fuerza y las venas de la frente y los brazos visiblemente hinchadas.
Miguel se dio la vuelta, mirando el paisaje por la ventana mientras respiraba profundamente, intentando contener sus emociones.
Pero cuanto más pensaba en el asunto, cuanto más recordaba lo que Julieta acababa de decir, menos podía controlar sus emociones.
¿Cómo podía ser tan coincidente que Andrea hubiera regresado precisamente ese día?
¿Y cómo podía ser tan coincidente que la policía recibiera una denuncia formal?
Más absurdo aún, ¿cómo podía Andrea saber que él había sido llevado por la policía?
Tantas coincidencias juntas no podían ser simples coincidencias.
Solo podía significar una cosa: ¡la persona que había hecho la denuncia for