Erika Stuardo
Los días eran largos y las estrellas continuaron burlándose y eso no fue lo único que sucedía. Cada noche el Amo, me hacía beber de él, su sangre sabía extraño y si bien cada vez que lo hacía, era un poco nada más, luego venía el malestar, las náuseas, el miedo y el asco, que me inundaban por todo mi cuerpo. Era como si él, en cada vez que me hacía beber, me hiciera recordar y sentir cada muerte que tuvo, ante toda su larga vida. Si bien él Amo no era cruel conmigo, podía sentir, que sí era un ser maligno, muy maligno y no había una gota de piedad en su cuerpo, cuándo se enfrentaba al enemigo o en sus decisiones. Aunque, podía ver que me miraba diferente, me trataba con más suavidad y hasta me traía pequeños regalos. -¿dime quién ha entrado en mi habitación, cuando ya no estoy?-preguntó el Amo, una tarde -las hembras que me traen alimento, un macho, no sé su nombre, pero ha venido en varias ocasiones buscándote, como no te encuentras se marcha sin dirigirme una palabra-respondí sentada a sus pies, que era como le gustaba tenerme. -¿y ese macho entra, sin tocar? ¿qué hace cuando te encuentra sola? ¿no te habla en absoluto?-preguntó el Amo con una calma inusual. -ese macho no me toca, sí me ve sola solo se gira y sale de la habitación Amo. Además, desde que vio mi marca, ni siquiera entra en la habitación-respondí y para dejar claro mi punto agregue-es como si temiera acercarse demasiado.-¿es él único macho que ha venido?-pregunto el Amo y tarde en responder unos segundos, no sabía hasta donde podía hablar o si era peligroso que callara, pero algo me llevó a decir.
-no, ha venido otro, uno que se acerco y me amenaza en ocasiones. El macho del que me arrebataste en la fila ¿lo recuerdas Amo?-pregunte.
-ese macho es mi hermano menor y jamás he aceptado bien, que yo sea mejor que él en todo, por lo tanto, deberás tener cuidado mascota. Mañana, algunos nos iremos a una nueva misión y es probable que esté lejos por un tiempo, si te dejo aquí, sola en está habitación estarás en peligro. Por qué él, se queda, además han habido algunas bajas importantes en la ciudad y el regente, me está enviando lejos a hacerme cargo, pero no te puedo llevar. Así que vamos a hacer lo siguiente mascota, te dejaré en una de las celdas, donde tienen solo a las que están destinadas para la alimentación. Nada más. Te quedarás ahí, con mi marca, los celadores sabrán que no podrán tocarte y estarás fuera del alcance de mi hermano o de cualquier otro que te desee-me decía el Amo y una brecha de esperanza me golpeo, pero no demostré nada, ya que sabía que todo podía cambiar.
-¿pero Amo, no es mejor que me dé la libertad?-pregunté esperanzada-si me quedo en las celdas ¿que impide a tu hermano pasar por sobre los celadores?-pregúnteme realmente preocupada, sabía que el otro vampiro solo deseaba lastimarme por ser de su hermano. -no te puedo dar la libertad mascota, aunque lo he pensado, no me mires así, él te cazará a penas pongas un pie fuera de los túneles y en las celdas de alimentación, él no manda, al contrario, son mis dominios. Solo está Sebastián y Elías sobre mí. Elías conoce de tu existencia y se encargará de que nada te suceda, incluso ellos partiran, pero estarás segura con los celadores. En el caso de que yo caiga, elllos te entregarán un nuevo señor, si es que no te toman para sí algunos de ellos o te entreguen a Sebastián cuando deba partir de la ciudad. Ellos te protegerán y no sufrirás a su lado, me hubiera gustado pasar más tiempo contigo mascota, pero el deber me llama-dijo el Amo-parto mañana por la mañana, está va a ser nuestra última noche-decía él Amo-y sin más me quitó el collar y me ordeno-transfórmate, quiero ver tu preciosa loba una vez más Erika. Esa noche fue extraña, no solo por qué el Amo me llamó por mi nombre, él me dejó dormir en mi forma de lobo a su lado en la cama. Podía sentir algo más grande a Tory, pero a la vez, sentía cada vez más preocupado al Amo, que me acarició el lomo y me susurró palabras extrañas, sonaban dulces, pero todos los vampiros eran engañosos. No fue un mal Amo, había sido bueno hasta el momento, pero seguía siendo una esclava.Cuando llegó la hora antes del amanecer, me ordenó nuevamente regresar a mi cuerpo, me ayudó a vestir la fea túnica y una última vez bebió de mí, además de darme un poco de su sangre. Algo había cambiado en nuestra dinámica.
Con calma y delicadeza salimos por los pasillos, pasando por la gran galería, donde me indicó que jamás debería acercarme, me indicó cuáles eran los túneles peligrosos y me indicó cómo hacer, en el caso de que la ciudad caiga, como poder escapar y tratar de llegar a la manada Fierse, que era la más próxima. Cual era la forma más segura de sortear los túneles y a quienes evitar siempre una vez este libre. Resultó que había pequeñas muescas, marcas en las paredes, solo para ojos que sabían ver y todo eso, me lo explicó durante esas horas. Cuando llegamos a una de las celdas, ya había 2 machos esperándonos. Uno que asumí era celador, que me miró con curiosidad y otro más, que me miraba confundido pero sin hostilidad. Tras cruzar unas palabras en ese extraño idioma. Fui dejada en una nueva celda, rodeada de hembras, algunas asustadas, otras resignadas y listas. Era mi nueva vida, mi nueva realidad. Antes de cerrar la celda el Amo se acerco y me susurro.
-ya sabes cómo salir, corre a penas puedas, la ciudad caera, no mires atrás. Cuídate Erika y espero algún día volver a verte, jamás seré tu enemigo solo quise ser tu amigo y por eso te agradezco tu compañía, yo te librero-pude sentir sus labios en mi cuello, como un suave beso de despedida. Justo antes de girarme y ver su expresión triste.