7. Tory

Erika Stuardo

Ya no recordaba al día que llegué a esta ciudad maldita, no recordaba mi vida, ni siquiera recordaba a mi padre, el que me crió y acompaño hasta que fue arrancado de mi vida, mientras yo era arrojada a está, sin miramientos. Pero recordaba a mi madre, no su llanto o su mirada antes de que nos separaran, sino sus palabras, recordaba su calor al abrazarme, recordaba su esencia, su amor.

Pregunté al Amo, que era como le gustaba que lo llamara, a este vampiro extraño que me usaba como alimento, si la había visto, si sabía algo de ella, en un principio me miró y no respondió. Pero pasado unos días, me dijo que una humana con características similares a mi madre, aún estaba viva en una parte segura de la ciudad, estaba preñada y la tenían fuertemente resguardada, a la espera de que naciera el hijo que gestaba. Eso me dio algo de esperanza, poco sabía que todo iba a cambiar muy pronto.

Había bloqueado y mantenía a mi loba en una esquina de mi mente, cerre todo link y levante muros, por si ese alfa que me rechazo trataba de conectar conmigo nuevamente. Tenía muy claro que le había mentido a mi pareja predestinada y al ser un alfa, no estaría feliz al saber que yo continuara con vida.

-vaya, vaya, ¿aún por aquí?-dijo el vampiro, al que le fui arrebatada en aquella fila, había entrado en la habitación sin llamar, luego de que Amo saliera-tu amiga no duró mucho-dijo acercándose más-recordándome como Juana lo miraba con terror cuando la tomo-al final, ni siquiera fue un polvo-agrego el vampiro sonriendo más cerca de mi- solo una buena comida a medias, por cierto ¿porqué estás aquí sola y sin vigilancia?

-no estoy sola, el Amo regresará dentro de poco-dije confiando en que así fuera, por más que odiaba mi condición, sabía que el Amo no me lastimaría aún, a diferencia de este vampiro.

-veo que estás bien domada, lista para hacerte lo que quiera, nos vamos a divertir mucho, ya lo verás-decía él vampiro mientras se acercaba, entonces vio la marca, en la base de mi cuello, que me designaba como alimento y solo propiedad del Amo, era una esclava de sangre.

-así que te marco como suya, ese maldito siempre quitándome lo que quiero-dijo con despreció, tras un minuto suspiro y me dijo-lo que significa, que mientras esté vivo, nadie te puede morder, tocar, ni siquiera mirar mucho, es un tanto posesivo con sus juguetes, pero eso tiene su arreglo y es que él no vivirá por siempre y después estarás libre para ser tomada-dijo el vampiro y salió de la habitación. Por alguna razón había demostrado que no solo odiaba al Amo, sino que mi vida estaría en grave peligro, si el Amo dejara de existir, algo que me preocupa y de lo cual estaba pensando en más de una ocasión. Tendría que mejorar mi plan de escapar o al menos, tratar de que el Amo me de algo más de libertad.

Pero entonces recordé esos extraños sueños, de luchas, lobos y ese aroma que me hacia gemir aún. Por más que trataba de recordar tales sueños o el nombre del alfa, al menos su manada, nada llegaba, solo me quedaba la sensación de que no estaba sola y que cuando él supiera de que aún respiraba correría peligro, tal y como dijo mi madre.

Era de noche y la luna estaba hermosa a través de la claraboya. Cada día, cada noche encerrada en esta habitación, me estaba volviendo más y más adormecida, encerrada en mi cabeza. Había días en que el Amo no aparecía y recordaba las duras palabras del vampiro con mirada hambrienta y maldad. Pero entonces la puerta se abría y aparecía el Amo… y respiraba aliviada, una vez más. Él Amo empezó a creer que era porqué lo extrañaba, porqué lo quería… No tenía idea de la amenaza que colgaba sobre mí, que yo no podía olvidar. Me alimentaban dos veces al día, solo podía vestir una túnica de color gris, que me llegaba hasta los talones. Además del collar en mi cuello, no usaba zapatos, ni ningún otro tipo de ropa.

-hoy estás más callada, ¿qué piensas?-preguntaba el Amo.

-en que es época invernal, me gustaba correr por la nieve, en forma de loba, saltando sobre los pequeños arbustos junto a mi papá-respondí sinceramente.

-transfórmate, ordenó el Amo y me quitó el collar, que me imposibilitaba hacerlo. A penas lo saco de mi cuello, mi loba trato de salir, pero la retuve, ya que todo era una prueba con los vampiros y estaba segura, de que Amo me estaba probando.

-veo que aprendes rápido mascota. Buena loba-dijo sonriendo él Amo-ahora transfórmate, quiero conocer a tu loba, pero no intentes nada estúpido.

Cerré mis ojos y me transforme, dolió en un principio, por el tiempo que lo había dejado de hacer, pero una vez que entregue el poder, ella apareció. Tory, mi loba, era de un color gris oscuro, con algunas betas de plateado. Como era una mestiza, era de bajo tamaño pero era rápida. Él Amo se paró y me observó. Tory se tensó y los pelos de su lomo se erizaron.

-tranquila-dijo el Amo, entonces sentí su mano, acariciando mi lomo y mis orejas, con una suavidad que me tomo por sorpresa-eres muy suave mascota, aunque pequeña. Asumo por tu condición de mestiza, me pregunto ¿qué pasaría si te doy de mi sangre?, no mucha, pero lo suficiente para fortalecerte, sería un interesante experimento-decía el Amo y solo de pensarlo me daban escalofríos. Tory gruñó al escucharlo-veo que la idea te desagrada, pero te diré algo mascota, he visto a una loba, pareja de uno de los míos, un vampiro puro y ancestral como yo, él dio de su sangre a una de tu especie, esa loba es hermosa ahora, impresionante y de un tamaño incluso más grande que de un alfa... me pregunto ¿cómo hará Zacarías para darle de su sangre y no transformarla por completo a esa pareja suya?... quizás deba ser en pequeñas dosis, no eres mi pareja y no deseo convertirte por completo, solo saber como afecta mi sangre atu loba... alguien viene, regresa a tu cuerpo-ordenó el Amo y como buena sumisa, le obedecí.

A penas regrese a mi cuerpo, me volvió a colocar el collar que me restringía, dejándome desnuda, frente a él, no se me paso desapercibida la forma en que contemplaba mi cuerpo.

-Amo, debo vestirme o me verán desnuda-dije y él me miró, solo que está vez, me miró con ojos evaluadores y algo más cercanos a la lujuria.

-sí, es mejor que lo hagas, mejor no tentar al destino más de lo que pienso hacer-dijo y me coloque la túnica gris, justo antes de que golpeen la puerta.

-entra-dijo el Amo y me fui a una de las esquinas de la habitación, era como al Amo le gustaba que estuviera, cada vez que recibía visitas.

-traigo tu pedido-decía una hembra vampira, arrojando a una humana, medio muerta a la habitación-se resistió un poco, pero está viva y aún sirve, buena suerte con ella-dijo la vampira y cerró la puerta tras de sí.

El Amo arrojó a la humana sobre la cama y la ató, ya sabía lo que continuaba luego, sexo, llanto, suplicas, mordidas y más sexo, solo cuando el Amo, estuviera satisfecho de la humana o como en los últimos casos, cuando él sintiera que su semilla se había fecundado, dentro de la pobre mujer, dejaría de usar su cuerpo, esto era algo que él Amo deseaba desde hace un tiempo, él buscaba descendencia. Pero solo usaba humanas.

-ven-ordenó él Amo y a penas me tuvo cerca, ordeno aún embistiendo a la humana, que parecía estaba desmayada-bebe de mí-extendiendo su muñeca, ya con su sangre goteando y antes de que pudiera procesar lo que estaba haciendo, coloco mi boca en su muñeca y me obligó a beber de él. Solo para llevarlo a un frenesí de embestidas, que dudaba que la pobre humana resistiera.

-por favor, qué esto termine pronto-suplique mientras bebía y cerraba mis ojos tratando de concentrarme en el recuerdo del aroma del macho que aún invadía mis sueños.

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