Evelyn
El lago parece un espejo de plata bajo la luz de la luna.
Camino descalza junto a Leonard, nuestras manos entrelazadas, sintiendo cómo el aire cambia alrededor de nosotros.
La noche está viva. Llena de magia antigua. Llena de algo que late en el viento, en el agua, en nuestros pechos.
Nos detenemos justo al borde del lago.
Leonard me mira y asiente. No hace falta decir nada. Sabemos lo que hemos venido a buscar.
Cerramos los ojos, respiramos profundo, y dejamos que la energía fluya, que nuestras almas llamen a aquella que siempre ha respondido en los momentos más oscuros.
Y me encargo de llamarla, de pedirle que se presente ante nosotros, que nos de la ayuda que necesitamos.
El agua se agita.
Una brisa gélida nos envuelve.
Y entonces… ella aparece.
Una figura de luz pura, femenina, con ojos como lunas llenas y cabello que cae en ondas infinitas, tan blancas como la nieve más antigua.
La diosa.
Su voz resuena en el aire, poderosa y suave al mismo tiempo:
—Dos visitas en una seman