Leonard
No estoy seguro de que esté de acuerdo con que Evely haga parte de un ritual ahora mismo, teniendo en cuenta que hace menos de 12 horas estaba desmayada, pero por primera vez alguien es más terco que yo.
Y por primera vez no puedo decirle que no a alguien.
La habitación huele a incienso y a magia antigua.
Estoy de pie junto a Evelyn, sujetándole la mano mientras la hechicera blanca prepara el ritual con el colgante. Ella ha dibujado runas en el suelo, y murmura palabras en una lengua tan vieja que me revuelve las entrañas.
Evelyn aprieta mi mano cuando la energía empieza a elevarse.
—¿Lista? —le pregunto en un susurro.
—Sí —dice ella, aunque su voz tiembla un poco.
Cuando la hechicera coloca el colgante en el centro del círculo, una luz azulada lo envuelve. Y entonces, lo siento: la energía de Evelyn fluyendo hacia el objeto.
Sus piernas se tambalean.
—¡Basta! —gruño, girándome hacia la hechicera—. ¡Detenlo!
—¡No! —protesta Evelyn, aferrándose más fuerte a mí—. Tenemos que term