Capítulo 97.

Terminé por fin y salí de esa cabaña para evaluar nuestro siguiente paso.

El lobo blanco volvió a mi lado, con el pelaje manchado de tierra y sangre. Lo había revisado más temprano y sabía que no era de él.

—No quedan más humanos en esta zona —informó—. Los prisioneros están asegurados.

Miré en dirección a donde estaban los dos hombres que habían intentado huir. Permanecían de rodillas, vigilados por Bru. No los veía como enemigos, ni como monstruos.

Solo eran humanos ambiciosos y sin escrúpulos que podrían morir fácilmente.

—Se los llevaré a papá y él puede hacer el interrogatorio —dije con voz baja.

El lobo blanco me observó en silencio, como si quisiera preguntar si estaba bien. Pero no lo hizo. Ambos sabíamos que no lo estaba.

El cansancio, el dolor de las madres, el olor a sangre en el aire ...

Me transformé nuevamente.

A esas alturas a nadie le importaba que yo no fuera mi padre.

El silencio que quedó después fue más pesado que el combate.

Solo se oían los jad
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