Capítulo 96.

Casas de madera destruidas. Lobos heridos intentando cubrir a los cachorros. Humanas disparando...

Abrí el portal hasta poder entrar y no dudamos en dar el salto.

Apenas crucé el portal, sentí cómo la tierra vibraba bajo mis pies. Me transformé en lobo. No lo dudé: solté un aullido que se escuchó por encima de la masacre. Fue una advertencia, una promesa, un grito que hizo eco en los árboles.

Las cabezas se levantaron al instante. Algunos lobos me miraron con los ojos muy abiertos, otros con alivio, otros con lágrimas secas en el rostro. Quizá pensaron que era mi padre, que había venido a salvarlos.

El aullido no fue solo para intimidar. Sabía perfectamente lo que provocaría: que los humanos se volvieran hacia mí. Era lo que quería. Si me veían, si me apuntaban a mí, los demás tendrían una oportunidad.

El primer disparo vino de la derecha. Pude escuchar el silbido antes de sentir cómo pasaba rozando mi pelaje. El segundo fue más cercano. El tercero, tan cerca que sentí el impa
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