Capítulo 87.
Me acerqué a una de las ventanas de la enorme cabaña para mirar la situación afuera. No era como si lo necesitara, porque mi oído seguía siendo el mejor del campamento, pero necesitaba moverme, hacer algo. Cualquier cosa.
Los humanos no eran un reto en sí; lo preocupante eran las armas que usaban.
Eso, y lo que no sabíamos de ellas.
No nos preocupaba tanto ya que, con mi nuevo descubrimiento sobre neutralizadores de veneno, podríamos salir bien librados de ellos. Solo mi manada y los pocos de la manada Fenix lo sabían. Pero aún no sabíamos si compartirlo con el resto. No mientras existiera la posibilidad de que el traidor o traidores siguieran entre nosotros.
Siete años de ataques. Siete años de fugas de información.
Primero las manadas fronterizas, luego las que cuidaban los pasos del norte. Tres manadas exterminadas al principio. Cuatro después.
Y la última, la manada Fénix, apenas hacía poco.
Los supervivientes fueron repartidos entre el resto de las manadas.
No era de extraña