Capítulo 43.
Con el paso de los días, mi rutina no cambió demasiado: entrenamientos, trabajo con el ganado, lecciones de supervivencia. Pero algo dentro de mí sí cambió. El tiempo que pasaba con el lobo blanco comenzó a ser el más esperado que cualquier otro momento del día.
No lo decía en voz alta, claro, pero me sentía… ligera. Más tranquila. Incluso cuando los entrenamientos eran duros o cuando los adultos nos cargaban con responsabilidades extra, ya no me frustraba como antes el progresar a mi ritmo.
No tardaron en notarlo.
—Te ves distinta —comentó Kyle una mañana mientras recogíamos leña—. Menos tensa… hasta sonríes más seguido.
—Sí —añadió Silvie arqueando una ceja—. Antes eras toda tensión y ahora pareces hasta feliz.
Me encogí de hombros fingiendo indiferencia.
—No sé de qué hablan.
Pero ellos no me creyeron ni por un segundo. Me lancé a caminar más rápido para que dejaran de interrogarme, aunque en el fondo… sabía que tenían razón.
Lo curioso era que ni siquiera necesit