Lyra
Sabía bien que este día llegaría.
Desde que Ezekiel me rechazó y decidí huir, supe que nunca me dejaría del todo. No sé por qué, porque él fue el que me dejó en claro que no quería nada conmigo, pero la certeza no ha desaparecido en ningún momento.
Por eso, después de lo que pasó en la aldea, cuando sentí su presencia acercándose, supe lo que debía hacer, aunque Zara insistiera en no querer dejarme sola.
—Zara, por favor. Tienes que irte, ¡ahora! —le susurré con urgencia, sintiendo el temblor en mis propias palabras.
Ella dudó, con sus ojos esmeralda ardiendo con intensidad, debatiéndose entre hacerme caso o desafiarme.
—Lyra, yo…
—No hay tiempo, Zara. Ve con Hades y cuida de él. Yo me encargaré de distraer a Ezekiel y al resto. Tú solo ocúpate de esconderlo.
Zara apretó los labios, con el ceño fruncido. Sabía bien lo que significaba, sabía que me estaba metiendo en la boca del lobo, y nunca antes mejor dicho… Pero no tenía otra opción. Era yo o mi hijo… y yo jamás dudé de l