Roxie
Decidí salir de la cabaña por dos razones muy simples.
Primero, porque ya sabía lo que iba a pasar dentro: Clara y su amado lobito… que está más bueno que el pan con café. Por fin se iban a devorar mutuamente. Pude sentirlo desde antes de que abriera los ojos… el vínculo quemaba, la arrastraba hacia él.
Y yo no tenía la más mínima intención de quedarme escuchando los gemidos de los tortolitos destinados.
Y segundo, porque ya no aguantaba la presión de la mirada del otro lobito: mi sangrivarii.
Me observaba como si fuera la última gota de agua en un desierto. Y yo lo odiaba. Lo odiaba porque entendía perfectamente lo que significaba.
Había escuchado a mi madre hablar de ese vínculo endemoniado: el sangrivarii.
El lazo entre vampiros y otras especies.
Algo tan raro como inevitable.
Ella, humana.
Mi padre, un vampiro.
Ambos tuvieron que morir para conocerse. Y de esa unión absurda y milagrosa nací yo.
Así que no me sorprendía que el destino me jugara la misma broma de emparejarme