Me dormí unas horas luego de Trish preparme unos huevos revueltos. Me quedé sentada en la cocina mientras la veia cocinar. Comi con gusto. Al menos estaba comiendo algo que sabía que no iba a envenenarme.

Lady Selene regresó a buscarme poco antes del mediodía. No dijo nada, solo abrió la puerta y esperó.

La seguí. Trish quiso venir conmigo, pero Selene se giró y le ordenó quedarse. Su voz no subió de tono, pero fue suficiente para que la chica bajara la cabeza.

El pasillo por donde me llevó no era como los demás. Las paredes eran de piedra y no había ventanas. Cada pocos metros, una antorcha azul daba luz suficiente para ver el polvo suspendido en el aire. El suelo era húmedo. A veces, el agua corría por las rendijas del muro.

—¿A dónde me lleva? —pregunté.

—A conocer el resultado de años de trabajo —contestó Selene sin mirar atrás—. Quiero que veas lo que tu raza desperdició.

El corredor terminó en una puerta metálica. Había símbolos grabados, los mismos que vi en el Cántaro, pero d