— Debemos parar — Mara jadeaba, sus manos sudaban y le costaba respirar.
Dairon, en cambio parecía poseído por una fuerza sobrenatural. Tenía los ojos rojos, las venas sobresalían de su cuello y las arrugas en su frente se marcaban con mayor profundidad de lo que ella jamás hubiese presenciado.
Soltó su mano y se apoyó en el tronco de un árbol dejándose caer despacio. Dairon no se dió cuenta hasta varios minutos más tarde de que se había quedado detrás y regresó por ella.
— Tenemos que seguir.
— No creo que nadie esté tras de nosotros. No puedo correr más. Necesito recuperar el aliento — dijo Mara con dificultad.
— Nos siguen, puedo sentirlos, se acercan. Debemos salir de aquí. Tenemos que buscar ayuda.
Mar amigos a su alrededor intentando encontrar algún indicio de que alguien estuviese realmente tras ellos sentía miedo más por largas horas no había escuchado ningún sonido extraño ni sentido pasos a sus espaldas habían recorrido un largo camino y sospechaba que ya estaban cerca