DOMINIC
Mientras esperaba que Bell saliera del baño, me quité el saco, camisa y zapatos, quedándome solamente en pantalones.
—Bell, tienes cinco minutos para salir o tumbaré esa puerta —Advertí, estaba conciente que ella tenía miedo, se sentía nerviosa y me correspondía hacer que ella se sintiera cómoda con todo esto, así que trataba de que se relajara.
—¡Dominic no me presiones! —Gritó desde el baño. Me causaba risa
—Te quedan cuatro minutos —Repliqué, me encantaba fastidiarla; sus gestos no eran diferentes cuando era niña. Martín mi amigo siempre hablaba de ella, él la amaba, era su princesa y estaba dispuesto a todo por ella.
Martín era más que mi amiga, era como mi hermano; durante años me ayudó con el problema de las drogas y hasta pensé en alejarme del negocio familiar, la mafia irlandesa. No éramos muy conocidos por el mundo, pero éramos poderosos.
El día que asesinaron a Martín le prometí que cuidaría de su hermana, la pequeña Bell una chiquilla pelirroja que siempre tra