Al principio mi abuelo me miró como si me hubiera vuelto loca. Estaba impactado, sorprendido ante mis palabras. Luego se levantó y me dio un caluroso abrazo. Parecía un hombre más duro de lo que en realidad era. Y yo iba a decirle que su hijo era un psicópata loco del infierno.
No era una buena impresión.
Recordaba vagamente algunos momentos con mi abuelo. Nunca podía abandonar el cargo en la comunidad, pero a veces, mamá lo hacía venir a visitarnos. Era un abuelo amoroso y cálido que siempre cuidó tanto de Elliot como de mí.
De hecho, fue víctima de nuestras bromas más de una vez.
Sonreí ante el ligero recuerdo. Era un día caluroso en mi antigua manada, por lo que Elliot y yo decidimos que era buena idea refrescar al abuelo mientras él dormía.
Nos torturó con su magia durante un buen rato en castigo, haciéndonos mojar cada dos minutos.
En nuestra defensa, él parecía tener calor, así que echarle un balde de agua helada encima nos pareció la mejor de las ideas.
—Has crecido tanto...
—T