41° La última noche de las bestias.
Oliver era un hombre fuerte, y se aferró a la vida con garras y dientes mientras llegó la ambulancia.
— ¿Qué pasó? — preguntó Felipe, la voz le tembló con mucha evidencia — hay un cadáver aplastado en la entrada — Lia no tenía cabeza para explicarlo, por suerte había tenido la perspicacia de llamar a Sam.
— El… el espectro del doctor Coleman le metió la mano en el pecho… — fue lo único que logró decir con la voz rota. La cara de Oliver estaba irreconociblemente oscura.
La ambulancia llegó un minuto después y un grupo de para médicos tomó a Oliver y lo metió en la parte trasera del vehículo. Los trabajadores de la remodelación se arremolinaban en el lugar, pero Sam les ordenó que llamaran a la policía y no tocaran el cadáver, que se alejaran.
Cuando las puertas de la ambulancia se cerraron con Lia ella tomó la mano fría de Oliver y la apretó.
— ¿Qué tiene? — le preguntó al paramédico que puso un grupo de aparatos en el pecho desnudo de Oliver.
— Tiene arritmia, es increíble que no haya