Capítulo 7 – Falsa alarma y condiciones.

Mientras Adriano gritaba, la secretaria de Angelo se adentró en la oficina con rostro de disculpas.

—Lo siento doctor Fontana, ¿podría hablar un segundo con usted? —preguntó y, acto seguido, mostró los dientes con incomodidad.

Mientras tanto, Adriano continuaba despotricando en contra de la clínica de fertilización.

—Les haré una demanda que los llevará a la quiebra, van a quedar en la miseria —aseguró con el ceño fruncido.

Luego de hablar con su secretaria, el genetista se adentró rápidamente a la consulta, les arrancó los papeles a ambos de las manos…

—¡Oye! ¿Qué haces? —le preguntó Adriano cada vez más enfurecido.

—Tranquilo, Adriano —dijo mientras mostraba las palmas de sus manos en son de paz—. Verán, por culpa de las prisas hubo un pequeño problema con los archivos.

—¿De qué habla? —inquirió Gianina.

El médico les entregó un nuevo sobre a cada uno, que también llevaba sus nombres.

—En serio, Angelo, ¿qué significa esto? —preguntó Adriano, cada vez más confundido.

El hombre suspi
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