No nos fuimos por lo usual. Esta vez, decidimos visitar un nuevo bar con billar que habían inaugurado hacía poco. Era un sitio tranquilo, decoración country, con música variada a un buen nivel de volumen para conversar, una zona de baile cerca del sonido, variedad en bebidas y espacioso.
Llegamos a nuestra mesa, pedimos varias rondas de tragos, al rato, pedimos una mesa de billar. Bel y César no quisieron jugar, pero si estuvieron acompañándonos y observando las partidas.
Luego de varios juegos y muchas rondas de tragos, Bel y yo nos dirigimos nuevamente en nuestra mesa, mientras que los demás se fueron a bailar.
Era el primer momento que teníamos a solas en mucho tiempo, relativamente a solas, en medio del bullicio y la gente. Me extrañó, que camino a nuestro asiento, Bel se apretó a mi brazo, pegándose mucho a mí. Pensé que quizás estaba mareada por el alcohol y trate de no darle mucha importancia, aunque no pude evitar que se acelerará mi corazón.
— Leo, hay algo que… Te… Quería de