Leonardo Harrison es un joven guapo, divertido y sexi estudiante universitario, el más deseados de la institución. Él conoce a Anabel, la nueva y linda chica que acaba de ingresar en la universidad. Luego de un primer encuentro algo vergonzoso y como todo un mujeriego, Leonardo se propone seducirla, cosa que no da un buen resultado, Anabel lo rechaza una y otra vez; sin embargo, todo esto dará paso a una profunda amistad entre ellos, en la que, es él quien termina perdidamente enamorado de ella. ¿Podrá Leonardo conseguir el amor de Anabel? ¿Logrará dejar su vida de mujeriego por la chica que le ha robado el corazón? ¿Nos demostrará Leonardo que los chicos pueden cambiar por la mujer que aman? Una historia de amor contada desde el punto de vista del chico.
Ler mais— ¡PORQUE TE AMO! ¡ESTOY ENAMORADO DE TI! ¡ESTOY LOCO POR TI! — Grité con todas mis fuerzas, exasperado y sin aliento.
Ella estaba parada frente a mí, a unos metros, sus ojos, que estaban cristalizados por las ganas de llorar que sofocaba, se abrieron como platos y se puso algo pálida; mientras que yo, no podía dejar de mirarla fijamente, con la respiración agitada. “¡No! ¡No! ¡No! ¡No era eso lo que debía decir!” Solo eso pensaba, no sé por qué lo hice, solo brotó de mí en el momento, como vómito verbal, sin poder contenerlo, fue un momento de desesperación.Jamás hubiera creído que me confesaría así. Al enamorarme de ella, al enterarme de que podría tener una oportunidad con ella, lo imaginé diferente. ¡No puede ser! Si hasta lo planeé. Lo repetía cada vez todo en mi mente y de la forma más romántica. No es que hubiese supuesto que siendo romántico, la confesión de mis sentimientos funcionaria y que ella inmediatamente caería a mis pies, ella no es ese tipo de chicas.Nada más quería ofrecerle algo diferente, algo nuevo; quisiera haber podido mostrarle con un bonito gesto, todo lo que le puedo ofrecer, que puedo ser lo que ella quiera, ¡Hasta romántico! Si es que a ella eso le gusta.En fin… Seguíamos allí parados uno frente al otro, ella seguía sin decir palabra, sus expresiones cambiaban a cada segundo, parecía ¿Sorprendida? ¿Asustada? ¿Enojada? Aunque la conocía desde hacía tres años y me había dedicado en ese tiempo a observarla, analizarla y estudiarla, en este preciso momento no podía adivinar o imaginar lo que ella pensaba, no podía saber y eso me frustraba.Había pasado un minuto, pero para mí, se sentía como una hora; mi respiración ya se había normalizado, pero podía ver cómo ella seguía agitada. De pronto la vi observar alrededor, lo que la hizo tensarse más y nuevamente me miró sonrojada, bajando la mirada. Su actitud me hizo notar, que a nuestro alrededor se agolpaban las personas, prácticamente toda la universidad estaba detenida en nuestra periferia observándonos y murmurando, “¿Es que no tienen nada que hacer?” reflexioné, “¡No! ¡Si es el intermedio para el almuerzo! Todos están libres”, lo había olvidado.En ese momento, la ira se comenzó a apoderar nuevamente de mí, el ver todas esas personas chismosas descaradamente a nuestro alrededor. Debió ser muy visible mi rabia porque al volver la vista hacia ella, movió ligeramente la cabeza en negación; ella sabía lo que yo pensaba, sabía que empezaría a vociferar para todo el mundo insultos y ella, con un simple gesto, me detuvo.Yo imaginaba lo que murmuraban a nuestro alrededor, “El playlover enamorado de su mejor amiga, ¡Qué cliché!”, pero eso no me importaba. Volví a olvidar que toda esa gente estaba a nuestro alrededor, mi mente se concentró en algo más; el hecho de que ella me haya hecho un pequeño gesto para detenerme, de que por fin reaccionará de alguna forma hacia mí, me dio también una pequeña esperanza; así que di un paso hacia ella para acortar el espacio entre nosotros, solo tres metros nos separaban.Ella vio mi intención y como un animalito asustado que está al acecho del cazador, dio un paso hacia atrás lentamente. Pude ver en sus labios un “No”, con esa mirada determinada. Los murmullos a nuestro alrededor aumentaron, ella se ponía roja, se estaba enojando y estaba muy avergonzada, lo sé, la conozco y ¡Por fin podía entender su expresión!.— Anabel. — Susurré.Estire mi mano hacia ella muy lentamente, con cuidado de no asustarla, “¡Qué estupidez! ¡¿Por qué con ella todo tiene que ser tan complicado?!”. No funcionó, ella se sobresaltó y sin más, rápidamente dio media vuelta, salió corriendo, a toda la velocidad que podía, como yo nunca había visto correr a nadie y menos a ella, hacia la salida de la universidad, dejándome completamente perplejo, congelado, sin saber qué hacer.Amigos, chicas, ¡Así fue mi primera confesión de amor! ¡Qué mala jugada!.Mi nombre es Leonardo Harrison y les explico, soy el típico chico guapo, atlético, divertido, playlover o mujeriego, cómo deseen llamarlo… ¡El típico cliché!. Pero ojo, no soy tóxico, ni egocéntrico (bueno un poco), no tengo traumas infantiles o familiares, no me gusta andar humillando a nadie… En general, soy un buen muchacho al que solo le gusta mucho las chicas.Cuando hablo de que es mi primera confesión, lo digo porque nunca me he enamorado, ¡Nunca! He salido con muchas chicas, con la mayoría exclusivamente tenía relaciones por una noche, con algunas privilegiadas, llegué a tener noviazgos de uno, dos o hasta tres meses, pero únicamente porque eran superardientes en todos los sentidos; y luego, terminaba por aburrirme y las dejaba.¡Claro! Siempre trato de ser todo un caballero con ellas, me educaron muy bien en mi casa, para ser un chico respetuoso; sea al día siguiente o después de algún tiempo, según sea el caso, nos separamos de la forma más amena y cordial. Seguramente, aun así, muchas me odian, aunque siempre sigo tratando con las chicas con la misma soltura, como si nada hubiese pasado. Sé que eso suena cruel, pero trato de ser lo más honesto que puedo, el acostarme con ellas es todo lo que me interesa, no me gusta ser hipócrita, creo que, ¡Es peor engañar a las mujeres!. Y aunque suene falso de mi parte, para mí, son la mejor creación que Dios nos dio.En fin, cómo les contaba, por primera vez en mi vida, estaba enamorado y no era algo reciente, llevaba mucho tiempo, un par de años; no sé a ciencia cierta cuando ocurrió, fue de pronto; en algún momento de nuestra amistad, me di cuenta, fue como un balde de agua fría y ya era muy tarde, ya la amaba. Pero era imposible intentar algo con ella, no porque no quisiera o porque fuera un cobarde, sino que… Uffff… Es complicado. Ella, al contrario de mí, no es un cliché, no es la típica chica supersexy que seduce con solo la mirada y un movimiento de sus labios, ni tampoco es el cliché más común, la niña virginal y tímida que no tiene más que un par de amigos y enamora con su mirada inocente.Quizás por eso me enamore, ella es… Diferente.En fin…Amigos… Chicas… Para que entiendan mejor lo que sucedió aquí, voy a contarles mi historia de amor, lo mejor que pueda, como comenzó todo hace tres años… Sé que no es nada común que sea un chico el que cuente este tipo de historias, pero antes de juzgarme, sepan que… ¡Los chicos también se enamoran!.Un sonido extraño nos sorprendió en ese íntimo y tierno momento, nos separamos y noté que Anabel estaba roja como un tomate, el sonido se escuchó una vez más, se trataba del estómago de Anabel que aclamaba por comida.Ella moría de la vergüenza, pero al mismo tiempo me agradeció mucho que pensara desde un principio en traer algo para comer.Subimos al capó de mi auto y con un espectacular paisaje frente a nosotros, nos dimos un festín. Estuvo mejor de lo que esperaba, conversamos trivialidades y nos reímos un montón, como en los viejos tiempos.Luego de comer, nos dedicamos a observar las estrellas, competimos para saber quién reconocía más de ellas, las constelaciones y esas cosas. Ya habían pasado dos horas desde que llegamos y ni cuenta nos habíamos dado.Parece mentira, creo que esto salió mejor de lo que hubiera salido si la hubiese invitado a la cita que había planificado, aquí las cosas se dieron de forma más natural.Anabel miró su teléfono, lo cargaba en el bolsillo de su jea
Enfrenté mi castigo, me suspendieron de la universidad por unas cuantas semanas y del equipo de fútbol por el resto del semestre, no estuvo tan mal, hubiera estado peor si mis padres no hubiesen metido la mano por mí. Como ellos son patrocinadores de la institución, colaboran mucho económicamente y también gracias a mis buenas notas, sumado a un buen comportamiento en toda mi trayectoria en la institución, fueron comprensivos en cuanto a mi castigo por la pelea con Jorge.Claro que sí me llevé una buena retahíla de mis padres, además de que terminaran disminuyendo mis privilegios, pero ¿Qué les podía decir? Tenían razón de sobra para estar molestos.En cuanto a Anabel, ya han pasado unos cuantos días sin que conteste mis llamadas, mensajes y sin que me dejen verla en su casa, no obstante, eso no mermaba mi afán por verla, seguí insistiendo.Cómo cada noche, desde que le confesé mis sentimientos, pase por el frente de su casa en mi auto, a baja velocidad, con la esperanza de ver alguna
Era un nuevo día en la universidad y yo estaba más que feliz, ya había confirmado la reservación para un restaurante de 5 estrellas, había mandado a decorar un mirador que quedaba a 5 minutos de la ciudad y donde se podía ver todo el panorama, un sitio muy romántico y había comprado un hermoso collar de oro con pedrería que tenía la inicial A con una pequeña serpiente enroscada.Todo estaba arreglado, solo tenía que invitar a Anabel a nuestra primera cita.Llegué a la universidad, saludé a todos, pero no vi a Anabel por ninguna parte.Entre a mi clase y a los minutos ella llegó apurada, supuse que se hizo tarde, una rareza, aunque a cualquiera le puede pasar.No me dio tiempo de hablar con ella, apenas y pudimos saludarnos porque Melissa y Yesenia la abordaron al momento. Luego llegó el profesor y bueno, fue imposible.El resto de la mañana fue igual, no encontraba un momento a solas con Anabel, siempre andaba acompañada por alguna de las dos, Melissa o Yesenia, ya estaba comenzando a
Llegué algo tarde a la discoteca, Anabel no quiso que pasara por ella, se iría con las chicas, y los chicos nos encontraríamos con ellas allá. Quedé completamente contrariado al ver una distribución que no esperaba.Melissa junto a Paúl, Anabel junto a Jorge y Yesenia que estaba sentada en un rincón sola, parecía algo molesta.Me acerqué a la mesa y el único lugar libre era junto a Yesenia, saludé a todos rápidamente y Anabel me presentó al tal Jorge. Estaba todavía confundido cuando de mala gana tome asiento. Observé a Paúl y esté me hizo una seña que no entendí.Mire a Anabel, quien seguía charlando y sonriéndole alegremente al tipo ese, Jorge. Me empute.Pero, ¿Qué podía decir?, “¡Eres mía! ¿Qué haces con el tipo ese? ¡Yo te amo y sé que me amas!”. En ese momento y sitio, nada más podía disimular.Esperé con paciencia, mucha paciencia, porque Yesenia no dejaba de encimarse a mí, ya no encontraba la manera de sacarle el cuerpo con decencia, sin ofenderla. Un par de veces atrapé a An
Ella se tiró hacia adelante, sin separarse de mí, manteniendo su trasero sobre mi miembro y nuevamente retomo el ritmo de sus sensuales movimientos, sus pechos bailaban sobre mi rostro, los tomé y me deleité con ellos, una y otra vez, apretándolos con mis manos, estrujándolos en mi rostro, besuqueándolos y lamiéndolos, hasta que se estiró completamente sobre mí. “Eres mi cascabel” Susurré.La tomé por la cintura, la deslicé a mi lado, acostándola en la cama, allí saque su panti con cuidado y la tomé con calma, comencé a acariciar cada centímetro de su cuerpo con suavidad, deslice mi lengua por cada espacio, la bese en cada lugar, ella gemía y suspiraba.Teniéndola acostada, me arrodillé entre sus piernas, toqué su centro sin afán, con la punta de los dedos, con suavidad, al tiempo que lamía, chupaba, y besaba, ella temblaba, gemía, gritaba, tomaba mi cabello, empujándome cada vez más contra su vientre, al tiempo que seguí tocando y lamiendo.Pude sentir cuando se vino por segunda vez,
Luego de unos tragos más, vi a Anabel entrar nuevamente a la casa, parecía buscarme, me acerque a ella.— ¡Hey! Te estaba buscando, ¿A dónde fuiste?. — Le sonreí y le acerqué una bebida.— Lo siento, me entretuve, estaba en el patio, es tan grande y hermoso, bajo la luz de la luna se ve increíble. — Tomó la bebida y dio un sorbo. — Estoy cansada, quisiera acostarme.— Vamos. — Le extendí mi mano y juntos, tomados de la mano, subimos a mi habitación.Entramos al cuarto, Anabel me dio una tímida sonrisa, tomó su bolso y entró al baño de mi habitación. Yo fui hasta la cama y comencé por quitarme la chaqueta, corbata, zapatos, tome mi teléfono y comencé a revisarlo hasta que Anabel salió.Levanté la vista y quedé embobado, estaba vestida con una pijama de shorts y franelilla ajustada, sin brasier, se veía tan sensual que se me secó la boca al instante, y supongo que mi cara de pervertido me delató, porque ella se sonrojó ante mi constante mirada.— Ya terminé, si desea pasar. — Me señaló
Último capítulo