CAPÍTULO 4.
En las siguientes dos semanas. Ella se adaptó a la rutina del hospital, los días iban y venían. Sus huesos comenzaron a soldar para la satisfacción de Rick. Las inflamaciones que produjeron los golpes cedieron poco a poco. Se curaron sus costillas rotas y los dolores de cabeza desaparecieron.
—Serafina se va a casa hoy —anunció, la enfermera, asomando la cabeza dentro de la habitación. A ella le agradaba mucho Sydney, que comenzaba a considerarla como una amiga. Era ella la que le llevaba noticias diarias sobre el progreso de la niña.
—La vestirán en una hora. Salvatore vendrá a recogerla. ¿Te gustaría verla antes de que se marche? Creo que podría hacer arreglos para ello.
Serafina estaba en el área infantil del hospital. Sydney, hizo una ligera mueca de tristeza y movió la cabeza con un gesto negativo.
—Es muy pequeña para entender, creo que será mejor que espere un poco y me vea cuando tenga otra vez aspecto de ser humano —murmuró, con la tristeza reflejada en sus o