Capítulo dieciséis. De los celos al beso.
Britney se quedó mirando a su jefe como si a este le hubiera salido una cabeza extra.
—¿Perdone? — fue todo lo que que pudo decir.
—Estoy preocupado por usted, señorita Nichols. Hay que agradar a Stallin, pero no a costa de nadie — Owen apretó los labios —. Tenga cuidado con ese hombre.
—Puedo arreglármelas muy bien bajo mi propio juicio señor, gracias — dijo Britney con firmeza volviendo con el grupo.
La muchacha no había esperado que la trataran con condescendencia por hacer lo que le habían dicho. Las palabras de Owen escocían y la única solución era agradar a todo el mundo. Era difícil recordar todos los nombres, pero por suerte algunos de los rostros le eran familiares por el trabajo. Una era cliente y algunos otros habían visitado la Villa de la Marquesa mientras ella había trabajado allí. Britney se las arregló para charlar, sonreír y ser deliciosa con todos. Cuando una doncella de uniforme anunció que la cena estaba preparada, el