51. Ser Luna otra vez
Dayleen despertó con el sonido del viento silbando suavemente entre las cortinas de lino blanco. La luz era distinta en el reino del Aire, casi irreal. No había calor ni frío, solo una calma que parecía no pertenecerle.
La marca de Xavier aún ardía en su cuello. Una mordida que decía “eres mía”, pero no disipaba su confusión.
¿Qué hombre vivía en su corazón? Uno la destruyó, y el otro lo estaba reparando.
Annika tocó suavemente la puerta.
—¿Estás lista? Hay un rito esta mañana. La Sacerdotisa del Aire unirá a una pareja de mates que cumplen dieciocho hoy.
—¿Mates verdaderos?
—Sí —asintió con una sonrisa nostálgica—. Es tradición aquí. Se les presenta ante la manada del Viento, y el vínculo se sella con el primer aliento del alba. La misma Selene bendice esa unión y brillará si es auténtica.
Dayleen no sabía por qué sus pies la llevaron hasta el salón. Tal vez para entender lo que otros vivían. Tal vez para confrontar lo que a ella le fue arrebatado.
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El salón de r