42. ¡Tengo otro mate!
La noche antes de partir, la manada de Tierra celebró en silencio. No hubo banquetes ni música. Solo un susurro de respeto por la Guardiana que al amanecer viajaría hacia el corazón del Imperio.
Los guerreros ofrecieron ofrendas en los árboles sagrados, y los ancianos recitaron oraciones antiguas a la Diosa Selene. Dayleen observaba todo desde la ventana de la cabaña que le habían asignado, con el corazón apretado.
Sabía que algo importante la esperaba… pero no se sentía preparada.
Un golpe suave en la puerta la sacó de sus pensamientos.
Era Xavier. Y lo supo sin siquiera verlo. ¿Cómo estaban tan conectados?
Vestía sencillo, sin su túnica ceremonial ni collares de Alfa. Solo él. Alto, hermoso y sereno, como si la tormenta de sentimientos que escondía no pudiera verse desde fuera. Pero claro que lo veía en sus ojos, tan azules y profundos que la dejaban sin respiración.
—¿Puedo pasar?
Ella asintió.
El silencio entre ambos fue cómodo, casi cálido. Xavier caminó por la habitación hasta