43. Elegir entre dos Alfas
En lo alto de la torre imperial, el Cuervo Real regresó batiendo sus alas oscuras como la medianoche. Aterrizó con precisión sobre el brazo enguantado del maestro de mensajes, quien retiró con delicadeza el pequeño pergamino amarrado a su pata.
—Viene con respuesta, mi señor —anunció con voz firme.
El mensajero se inclinó ante el trono elevado en la sala de audiencias del Imperio de Aryndell. Allí, entre columnas de obsidiana y fuego líquido, el Rey Alfa observaba con los ojos entrecerrados. A su lado, tres consejeros aguardaban con semblantes solemnes.
El papel fue abierto. Era una respuesta breve… pero suficiente.
“Acepto la invitación. Viajaré a través de la manada de Aire. Firmado: D.N, Guardiana de los Lobos.”
La sala se llenó de un silencio reverente.
—Así que vendrá —susurró el Rey, sus dedos tamborileando sobre el respaldo del trono—. La última Guardiana de los Lobos, estará pronto aquí.
El más anciano de los consejeros asintió lentamente.
—La leyenda cobra vida.