16. Aria está embarazada
Llegaron al núcleo de la manada de Tierra al amanecer. Nadie los esperaba con honores, ni un cálido recibimiento. La guardia los escoltó en silencio hasta las cabañas para visitantes, después de anunciar que el Alfa Tauriel los recibiría al anochecer. Hasta entonces, no debían salir de la zona designada.
Todos suspiraron agradecidos, necesitaban descansar antes de embarcarse en otra misión, como la de mediadores del Alfa Xavier.
—¿Qué hacen? —preguntó Dayleen al ver a los otros lobos recogiendo hojas del suelo como si se tratara de oro.
—Se preparan para el otoño —respondió Annika—. Las hojas caídas deben mezclarse con sangre de la manada y colocarse en orbes. Eso forma un escudo alrededor de los árboles. Cuando pierden sus hojas, su protección natural también desaparece.
Dayleen se apoyó contra la pared. El dolor en su pecho crecía. Su vientre se endurecía de vez en cuando, un tirón sordo y constante. No necesitaba pensar mucho para saberlo. Se trataba de Sebastián. Estaba con