112. Ya no es el enemigo
Afortunadamente, el amanecer los encontró cabalgando entre los árboles cubiertos de escarcha, dejando atrás el resguardo de la cabaña y adentrándose en el sendero que los conduciría a la manada de Tierra.
El trayecto era menos gélido, pero el ambiente seguía tenso. Había algo extraño en el aire, como si la naturaleza estuviera… vigilándolos.
—¿Lo sienten? —preguntó Annika, girando la cabeza con lentitud.
—Sí —dijo Cassian, frunciendo el ceño—. El bosque… no está quieto. Se está moviendo.
Dayleen se adelantó un poco con su caballo, cerrando los ojos apenas un segundo. Su vínculo con la tierra, reforzado desde que su poder como Guardiana se había consolidado, le permitía detectar alteraciones que los demás no podían ver.
—Nos están rodeando —dijo con voz firme—. No criaturas. No enemigos visibles. El bosque en sí.
Xavier desenfundó su daga con rapidez.
—Una trampa.
—Nos quieren dividir —agregó Sebastián, quien ya sostenía el mango de su espada envuelta en fuego azul.
Una