Janeth siguió a su amiga al interior, donde Nicole pulsó otro gran botón rojo. La pared se cerró.
—¿Dónde estamos?
Nicole sonrió con un aire misterioso.
—Es una habitación del pánico.
—¿Qué les impide pulsar el botón del otro lado? —preguntó Janeth.
—Una vez que se pulsa el botón del interior, el exterior deja de funcionar hasta que se vuelve a pulsar éste.
Al darse la vuelta a la habitación, Janeth se sorprendió al ver que era bastante grande. Al menos seis metros por seis metros. Las paredes eran blancas y no había ventanas.
Un gran televisor colgaba de una pared con un teclado y un ratón de ordenador en una bandeja delante. Un sofá en forma de L se encontraba en el centro de la habitación con un pequeño baño al fondo. En una pared había cajas llenas de lo que parecía comida no perecedera.
—Tiene de todo.
—Lo sé, y nunca entra nadie aquí. Es un desperdicio...
—¿Por qué estamos aquí?
Nicole hizo una mueca graciosa.
—Para darles una lección a esos dos imbéciles...
—¿Qué dos imbéciles?