Capítulo 3

En la manada Munarē, el rey Alpha Lucio debía ceder su lugar, pues sus hijos cumplirían 30 años, que era la edad en la que se los consideraba adultos, se podria decir que, para el reino lobuno, los trillizos dejaban de ser cachorros y se convertirían en hombres, pero había un problema, Lucio no sabía a cuál de los trillizos nombraría rey.

Sus ojos vagaban por la sala, donde sus hijos se encontraban, volvían a estar juntos luego de tanto tiempo, aunque aun viéndose con altanería y la clara competencia escrita en sus rostros; trato de recordar cómo se llevaban antes, cuando solo eran cachorros corriendo por la mansión, se llevaban tan bien que parecían ser una sola persona, pero con el tiempo cambiaron, no solo físicamente, pues aunque eran trillizos no eran idénticos, y sus personalidades comenzaron a salir a flote, alejándolos unos de otros, pasaron de ser hermanos a verse como enemigos, fue por ello que los había separado, a cada uno les concedió un lugar que ocupar, una responsabilidad para mantener a su pueblo, pues el dinero no crecía en los árboles, y para un ser sobrenatural como ellos, conseguir un empleo humano, no era una opción, no cuando su instinto animal los podía dejar expuestos, gracias a la diosa luna, la sangre real corría en sus venas y, al menos ellos se podían controlar mejor y así pasar desapercibidos, poder subsistir de buena manera y así ayudar a todos los lobos, que al fin y al cabo, esa era su responsabilidad, la obligación del rey era cuidar a su gente.

— ¿Cómo van las empresas? — consulto Lucio rompiendo al fin con las miradas desafiantes que sus hijos se daban.

— En el último año su rendimiento aumento un cien por ciento, y tengo varios interesados para hacer negocios con nosotros.  — Osiel no mentía, desde que él había sido nombrado CEO de las empresas de la manada, todo había mejorado, ya no se dedicaban solamente a la minería, ahora estaban incursionando en la tecnología, si bien no había nada mejor para seres como ellos que el trabajo físico, también era un buen recurso la tecnología, donde las lobas podían aportar su conocimiento.

— Eso es bueno. — reconoció Lucio, pensando que el de ojos azules podía llegar a ser un buen rey, pues no le temía al cambio.

— Pues si de rendimientos hablamos, Redomón ya se hizo con la mitad del país, y espero en unos meses tomarlo al completo, nadie se anima a hacer un movimiento que yo no apruebe. — la frialdad en la voz de Edur hizo endurecer el rostro de Osiel.

— Sí, algo había oído, se dice que la mafia Redomón no solo es poderosa, también Sanguinaria si se los desobedece. — Lucio alago a su hijo, que mejor para seres como ellos manejar la mafia, no solo era un ingreso más de dinero, pues debían procurar que todo el continente que ellos lideraban como reyes estuviera abastecido y que sus súbditos no pasaran penurias, también era el hecho de proteger a su gente, de evitar que los bosques vírgenes fueran invadidos por los humanos, había cosas que debían permanecer en secreto y Lucio creyó que Edur podria ser un buen rey, estricto y protector.

— La manada está en paz, se han edificado tres hospitales en este último año y emos recibido lobos del sur, debemos construir más hogares y colegios, todos quieren vivir en nuestra manada, les gusta como manejo las cosas aquí. — Otto les recordó a todos, que era él quien lideraba la manada desde hacía un año, mismo tiempo que su padre se había tomado para cuidar a su luna, pues Lina no estaba bien.

— Eso es muy importante. — reconoció el aun Alpha rey, pues su poder venia no solo de tener el favor de la luna, también del aprecio de su gente y si estos se peleaban por estar cerca de su rey, era algo muy bueno, no debía temer a una revuelta, por lo que pensó que tal vez Otto era lo que su gente necesitaba, un rey que se preocupaba por los niños, esos que hasta que obtuvieran a su espíritu lobo, eran tan débiles y frágiles como un humano.

— Bien en ese caso… — los trillizos estaban expectantes, cada uno de ellos esperando ser el próximo rey.

— El primero que encuentre a su luna será el próximo rey. — la voz de Lina era fuerte y clara, no dejaba lugar a replica alguna y mientras los Alphas maldecían, Lucio no podía creer lo bien que se veía su compañera, al parecer al fin se había recuperado, aunque no comprendía su orden.

Años atrás.

Lina siempre había sido una buena luna, piadosa y misericordiosa, quizás al ser mitad bruja, tenía un sentir más misericordiosa a lo distinto, fue por ello que años atrás, cuando los jóvenes se reunieron en el claro para recibir a su espíritu lobo, sus ojos se posaron sobre una joven, resaltaba tanto entre los demás, no era su cabello rojizo, tampoco sus pecas,  ojos mieles, y a pesar que su cuerpo era muy bello, tampoco eso llamo la atención de Lina; lo que hizo que la luna reina se quedara cerca de la pelirroja era la luz que notaba a su alrededor, una luz blanca y radiante, hipnotizante y aunque sabía que nadie más podía verla y solo era su poder de bruja, supo que debía cuidarla, lo diferente siempre causa miedo y de eso ella sabía mucho.

Cada uno de los jóvenes se transformó en un tiempo prudencial, pero la pelirroja no lo hacía, más de una hora soporto la joven, bajo la vista de todos los mayores, y sus lágrimas comenzaron a caer, Lina quiso ir con ella, pero al ver que su familia la consolaba decidió darle un tiempo prudencial para procesar lo que estaba sucediendo.

— La familia Leroy es una de las más antiguas, ¿Qué ofensa habrán realizado para que la diosa los castigue? — la voz de su compañero la hizo voltear, estaban de camino a la mansión, y Lina se había dedicado a ver el oscuro bosque y sentir a los recientes lobos correr en él.

— ¿Castigo? La diosa no castiga, solo enseña, y tal vez no sea una enseñanza para la familia Leroy. — rebatió molesta viendo con fijeza al rey.

— ¿A qué te refieres? — Lucio era un buen rey, pero nadie podía decir que fue un buen compañero, al menos no al principio.

— Este reino no está acostumbrado a lo diferente. — le recordó con acidez y el Alpha bajo su cabeza.

— Nunca olvidaras lo idiota que fui al principio, ¿verdad?

— Me gustaría decir que sí, pero saber que al principio solo me aceptaste para mantener la paz con el reino del este… es molesto. — el Alpha gimoteo y Lina no pudo evitar sonreír. — Ya, deja de hacerte el tonto, sabes que te amo, pero no me parece justo que aun ocultes que tu compañera es mitad bruja, a veces… extraño correr por el bosque. — ahora si Lucio bajo su cabeza con arrepentimiento, pero dejar a su luna correr en su forma de loba, sería peligroso, al ser mitad bruja su pelaje brillaba, y eso era extraño aun para ellos, no queria perder el favor de su gente, que pensaran que su luna los tenía bajo algún conjuro que los obligaba a estar conformes, el rey podía tener inseguridades y ser un buen líder era una de ellas, ¿realmente lo era?

— ¿Crees que la luna comenzara a retener el espíritu animal de cada joven, hasta que te permita transformarte y mostrarte? — consulto con temor.

— Digo que quizás esa joven, está destinada a demostrar que lo distinto, no siempre es malo. — y en cuanto lo dijo, Lina se sintió mareada, algo no estaba bien. — Pide al chofer que regrese, debo ver a la joven Leroy.

Lina queria ayudar a todos y a nadie en particular a la vez, ese era el motivo por el que la diosa luna la guiaba, ser piadosa, y empática, solo se logra en gran medida si ya has estado en los zapatos de quien despierta todo eso en ti, y Lina definitivamente había estado en los zapatos de la joven Leroy, aunque ella sí pudo transformarse a los 16 años, fue algo que le costó su familia, pues la primer reacción de su padre, fue encerrarla, no por no quererla, sino para cuidarla de quienes la quisieran cazar por tan bello pelaje, hasta que encontró a su compañero y este la llevo a su reino, solo se transformó en su primer celo, cuando concibió a sus trillizos y desde ese día, Lucio le pidió que no lo hiciera nunca más, pues temía a la reacción de su pueblo.

— Por la diosa, ¿Qué hacen? — la voz del Alpha dejaba en claro lo furioso que estaba ante lo que veía.

— Mamá, por favor, ¡mamá! — los gritos de la joven eran acompañados de sus lágrimas, mientras la señora Leroy arrojaba su ropa a la calle.

— Largo, vete, tú no eres mi hija, ¡eres un maldito error! — la furia de la familia Leroy era tal, que ni siquiera habían reparado en que los reyes estaban a un lado, observando con indignación lo que sucedía.

— Padre…

— Una aberración como tú, no puede ser mi hija.

Desde ese momento Lina vio la luz que rodeaba a Alana, desvanecerse poco a poco, hasta que un día dejo de brillar, así, de pronto, y no lo comprendía, sabía que esa joven era especial, tenía un propósito, pero no podía descubrir cual y mientras la luz de Alana desaparecía, la de sus hijos cambiaba de color, pasaron a brillar como la misma luna, a  oscurecerse como la misma noche, y eso la debilitaba, sabía que era la rivalidad y celos lo que los estaba cambiando, eso era lo que la estaba enfermando, el saber que su linaje acabaría allí, porque estaba más que segura que sus hijos se matarían por el poder.

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