Osiel y Otto ingresaron a la mansión, y luego de preguntarle a una de las empleadas donde estaba su hermano, fueron a su encuentro al despacho, donde encontraron a Edur sonriendo a la nada, pero no fue necesario preguntarle a que se debía aquello, ya que podían oler a Alana en el aire, ella había estado allí.
— ¿Algo interesante para contar? — consulto Otto y Edur solo sonrió aún más, sintiéndose extrañamente conectado una vez más a sus hermanos, como si no llevaran años distanciados.
— Alana, Alana vino a hablar conmigo. — dijo casi maravillado, y Osiel cada vez estaba más seguro que Edur le había hecho algo muy grave a su luna para ponerse de esa manera solo porque ella lo buscara.
— Edur, ¿Qué fue lo que le hiciste a Alana? — pregunto con tranquilidad, pero seriedad, tratando de dejar en claro que no habría reclamos, pero cuando vio que Edur endureció su quijada, supo que debía ser mas claro. — No te vamos a juzgar Edur, todos nos equivocamos con ella, todos la lastimamos y solo si