Capítulo 125 Enfrentadas.
Elizabeth bajó del avión algo mareada, pero no le dijo nada a su marido. Estaba decidida a tomar las riendas de esa dichosa sociedad o, al menos, permanecer al lado de Federico en todo momento... hasta tener el control total.

Solo se tomaría un breve descanso después del nacimiento de Lucas, pero dejaría a alguien de su extrema confianza siguiendo de cerca cada paso.

Al llegar al hotel, se recostó un rato. Tenían la reunión por la tarde. Elizabeth le había pedido a Federico que no le dijera nada a Renata; advertirle no serviría de nada. Como era de esperarse, apenas una hora después de haber llegado, ella lo llamó.

—¡Fede! ¿Por qué no vienes antes y almorzamos juntos? ¡Tengo tantas ganas de verte y charlar contigo! ¡Hace tanto que no nos vemos! —dijo con una voz dulcemente ensayada.

Federico giró y miró a su esposa, cuyos ojos verdes estaban a punto de estallar de rabia.

—Disculpame, llegué con una terrible jaqueca. Prefiero descansar e ir después —respondió con frialdad—. Nos vemos en
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