Narrador omnisciente
La sala del consejo estaba en completo silencio.
Solo el sonido grave del fuego en la chimenea rompía la quietud, proyectando sombras danzantes sobre los rostros de los alfas reunidos.
Cristian estaba de pie en el centro, con las manos apoyadas en la mesa de piedra, observando a cada uno de los presentes. El aire olía a madera vieja y tensión. A su lado, su padre, el Alfa Supremo, permanecía sentado en la cabecera, con el rostro serio y los ojos clavados en él.
Había esperado este momento desde hacía días. Sabía que sería difícil, pero no imaginó que el ambiente sería tan pesado, casi hostil.
—Estamos aquí porque Cristian, hijo del Alfa Supremo, desea presentar oficialmente a su luna —anunció el consejero mayor, un hombre de cabello blanco y mirada severa—. Pero antes de hacerlo, hay cuestiones que deben aclararse.
Cristian alzó la mirada.
—No hay nada que aclarar —dijo, firme—. Ella es mi luna.
Un murmullo recorrió la mesa. Algunos intercambiaron miradas, otros