No sé cuánto tiempo me quedé encerrada en el baño. Las dos líneas en el test de embarazo seguían ahí, crueles, permanentes.
Tenía el corazón apretado, una mano en el vientre, y un millón de voces gritándome por dentro.No podía decirle. No todavía.No cuando apenas sobrevivíamos a lo que éramos.Salí en silencio, caminando como si pisara cristales. Ethan dormía boca abajo en el colchón, la sábana enredada entre sus piernas, el cigarro apagado en el cenicero improvisado de un frasco vacío.Lo miré. Dios, era hermoso. Incluso destruido.Pero había algo que no se quebraba en él, algo que me seguía sosteniendo a pesar de todo. ¿O era sólo el recuerdo de lo que alguna vez fue?No dormí esa noche.Tampoco las siguientes.Cada vez que cerraba los ojos, sentía el vacío que crecía dentro mío, ese latido nuevo y desconocido que me aterraba.Ese hijo que no planeé. Que no sabía si quería. Que no sabía si debía exis