Miró el reloj del vehículo marcando las dos y treinta y cinco minutos de la mañana, así fue como Vania se dio cuenta de que estaban tardando demasiado en llegar al hospital.
Se giró a su lado para pedirle explicaciones a Andrea.
—¿Dónde vamos?
—A casa —le respondió con los ojos cerrados.
Se había acomodado en el asiento, pero abandonó su posición para acercarse y rodearla con su brazo.
—Quiero ver a Alexander. Llévame al hospital, por favor.
Tuvo que tragar con fuerza al verla negar.
—Lo lamento, Vania, pero Javier dijo que te llevara con Abi y que nos mantendrán informadas.
—¡Tú! —gritó metiéndose entre los dos asientos delanteros y sujetando la camisa del conductor con firmeza—. Llévame al hospital, ¡ahora!
—Vania, lo siento —intervino Andrea desde atrás.
—¡Es una orden!
El hombre, en lugar de mirarla a ella, se dirigió a Andrea y eso la cabreó por completo y más cuando la castaña asintió y un par de minutos después giraron hacia el anillo periférico.
—Tengo derecho a est