Primer libro. Kailey Parker se había aislado del mundo sumergiéndose por completo en su propio negocio después de haber sufrido la trágica pérdida de su prometido Maximiliano dos semanas antes de llegar al altar, dejando por completo su pasión por el baile. Dos años después llega una propuesta de su mejor y única amiga, Morgana, reemplazar a una de sus bailarinas en una apertura Bar-Teatro en Las Vegas. Esa misma noche ocultándose bajo un antifaz se deja llevar por la pasión que había enterrado años atrás, haciéndola destacar ante las demás y al mismo tiempo atrayendo con un fuerte magnetismo a un hombre misterioso, quien al ver su tatuaje de ATRAPASueños en su vientre bajo se obsesiona con conocer la identidad de la enigmática mujer. Una noche. Un tatuaje. Una obsesión.
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Dos años antes.
Todo lo siento en cámara lenta, mi rosa blanca cae poco a poco sobre la superficie del ataúd donde Maximiliano yace sin vida ataviado con su elegante traje. Las gotas de lluvia se hacen presentes, es como si el cielo llorara su partida, me abrazo a mí misma recordando que tengo que ser fuerte, puede ser un mal sueño del cual despertaría en cualquier minuto solo quedará como una maldita pesadilla. Cierro los ojos con fuerza dejando que las lágrimas se mezclen con las gotas de lluvia que caen sobre mi rostro; Katherine, la madre de Maximiliano no ha podido llorar su pérdida, permanece como un roble a mi lado, su delicado y frágil brazo es entrelazado con el mío, es como si en ese momento ambas fuésemos una sola, un ancla.
Bajo mi mirada hacia la mujer ya mayor, tiene el pelo blanco, sus ojos están clavados en el féretro que están bajando, los hombres tiran de las cuerdas dándose órdenes uno a otro para ir al mismo tiempo y no cometer errores. Katherine aprieta mi brazo llamando mi atención, al encontrarme con su mirada gris puedo comprender que no podía sostenerse más, así que asentí en señal de: «Hazlo, tienes todo el derecho de llorar su partida» después baja su mirada a la rosa blanca que sostiene en su mano, la acerca a sus labios dejando un delicado beso:
—Pronto nos veremos, hijo.
Mi piel se me eriza a tal grado de llegar a doler, el corazón se me estruja por sus palabras, ¿También piensa dejarme? Hoy solo la tengo a ella. No tengo a nadie más en el mundo, fui abandonada en un orfanato unas cuantas horas después de haber nacido, luego de algunos meses fui adoptada por una buena familia quienes años después fallecieron en un trágico accidente, gracias a ellos tuve una buena educación, me hice bailarina profesional y hace dos años junto con Maximiliano fundé Weddings Parker, pero hace un par de días un fatídico robo lo ha arrebatado de mi lado, a tan solo dos semanas de llegar al altar. ¿Es acaso mi destino estar sola? ¿Por qué el destino se empeña en alejar de mi a los que más amo? ¿Será algún karma en mi vida pasada?
«Si tan solo no hubiésemos tomado esa calle» Pero él hubiera no existe y lo maldecí cada minuto. Como pude, al terminar la ceremonia tomo a Katherine y la llevo al auto, la pobre apenas puede moverse, le ayudo con cuidado y antes de arrancar el auto, Katherine me habla:
—Me siento cansada, ¿Podrías disculparme con el resto de la gente?—la miro detenidamente buscando alguna señal de que se encuentra mal, pero al ver su rostro suavizado me tranquilizo, se lleva la mano al pecho y las lágrimas se deslizan sin más, no hace ningún ruido, toma mi mano y le da un fuerte apretón.
— ¿Quieres un tiempo a solas?—mi voz sale en un débil susurro, Katherine niega—Vamos a casa.
Veinte minutos después ella cierra la puerta de su casa, en el camino cancela la reunión que hacen después de un funeral, repetía una y otra vez que quería descansar ya que desde hace un par de días solo ha dormido una o dos horas como mucho. Me quedo sentada unos minutos más dentro de mi auto mientras la lluvia cae, el ruido me hace recordar tantos momentos que he pasé con Max, mi Max. Yo no he podido llorar, el nudo sigue instalado en medio de mi garganta y el fuerte dolor en medio de mi pecho aún insiste en permanecer para derrumbarme por completo en cualquier momento.
Enciendo los limpiaparabrisas, arranco el auto y me dirijo hacia el departamento. Está a dos cuadras del lugar y antes de poder detenerme en la señal de alto del semáforo, el tacón de mi zapatilla se atora en el pedal, los nervios se apoderan de mí y sin verlo venir acelero un poco golpeando el auto que está frente a mí.
— ¡Mierda!
Los limpiaparabrisas se mueven de un lado a otro burlándose de mi metida de pata. Esto termina de rematar mí día. Busco dentro de mi bolso de mano la tarjeta que contiene mis datos, número telefónico y el número de la compañía de seguros, cuando levanto la mirada las luces intermitentes del auto frente a mí parpadean, la puerta se abre y sale un hombre alto, lo veo algo borroso a causa de la lluvia, busco algo con el cual cubrirme de la lluvia pero lo único que encuentro es una carpeta, la agarro y bajo a toda prisa del auto, antes de dar más de dos pasos el cuerpo alto del individuo me hace levantar la mirada, ¡madre mía! aún con mis zapatillas de tacón alto apenas alcanzo sus hombros.
— ¡Disculpa! Mi zapatilla se atoró en el pedal y no sé qué…—me interrumpo antes de seguir disculpándome, levanto la carpeta para mirarlo bien a la cara pero me encuentro una quijada tensa, sus labios unidos en una fina línea y un ceño fruncido, la lluvia cae por su cuerpo sin importarle empaparse, coloca sus brazos a ambos lados de la cintura y su mirada me intimida. No sé mucho de marcas pero el vehículo luce costoso, es algún tipo de auto antiguo.
— ¡Llevo prisa! ¡No tengo tiempo para cosas del seguro! ¡Dame tu tarjeta o algún número y mañana nos ponemos de acuerdo!—parpadeo rápido y torpemente le entrego una tarjeta, al momento de tocarnos por fracciones de segundos la electricidad fluye de manera que alejamos nuestras manos de un respingo, siento como la piel se me eriza en la región de la espina dorsal, me estremezco y nos quedamos fijos observándonos por unos segundos más, bajo la carpeta dejando que la lluvia me empape de igual manera, el sale del trance, toma la tarjeta y la rasga a la mitad delante de mí.
— ¡¿Qué haces?! ¡Es la última tarjeta que tengo!—curva sus labios en una media sonrisa.
— ¡Dejemos las cosas aquí! ¡No ha pasado nada! ¡Creo que no tienes un buen día!— Me observa de pie a cabeza y concluyo que lo ha deducido al ver mi atuendo, levanto la mano para apartar las gotas de lluvia que caen en mí rostro y al mirarlo de nuevo él se gira y se encamina hasta su auto.
— ¡No respondo si se cae la parte trasera de tu auto!—agita la mano en el aire sin mirarme, como si le importara una m****a.
Muevo los hombros con indiferencia y entro al auto. Él acelera hasta perderse en el tráfico, mientras yo doy vuelta a la derecha. Intento ignorar todo lo que ha pasado, no tengo tiempo para deshilar el extraño suceso, lo único que quiero y necesito es llegar a casa, nuestra casa.
Cierro la puerta a mis espaldas, el silencio reina en el lugar, las luces están apagadas. Mi mano enciende la luz de la lámpara qué está en la entrada de la sala y es como si él estuviera aquí. Sus revistas de comics siguen en la superficie de la mesa, su camisa de cuadros sobre el respaldo del sillón, su aroma está en el aire, mi labio tiembla. Me recargo en la puerta y me dejo caer hasta el suelo, las lágrimas caen por fin. Me abrazo a mí misma y el grito desgarrador sale, un grito cargado de dolor el solo pensar que ya no estará más aquí, que ya no podré abrazarlo, olerlo, acariciar su rostro, su mejillas, escuchar su voz- otro grito- cubro mi rostro con ambas manos y dejo salir todo lo que contengo.
— ¡Maaaax! ¡Mi amor, regresa por favor, no me dejes sola!—convulsiono por el llanto como una pequeña niña asustada, tiro de mis zapatillas con fuerza, llevo mis piernas hasta mi pecho y me abrazo—Max, mi dulce Max—y me dejo abrazar por la oscura habitación.
Matthew Estoy desde aquí observando a Kailey arrastrar su maleta detrás de William y de Morgana. Taylor intenta ayudarle con la maleta pero ella se niega al mismo tiempo que mira a su alrededor. ¿Acaso será que me está buscando? William los dirige hasta mí, cuando aparezco frente a ellos, se acerca mi amigo y me da un fuerte abrazo, después Taylor, Morgana extiende su mano para saludar y algunas palabras de «Tenías preocupados a tus amigos» solo sonrío y digo algo parecido a unas disculpas. Antes de llegar al aeropuerto, he pasado a casa de mis padres a dejar mis cosas con la promesa de hablar a mi regreso este fin de semana y una nota a Ireny donde le digo que luego que se calmen las cosas hablaremos con calma, pero que necesitamos el tiempo. ¿Por qué
Kailey Morgana sigue hablando por teléfono a las afueras del bar, se nota la vena en medio de su frente donde se refleja que está preocupada. Doy un último trago a mi cerveza, me levanto, camino hasta ella y espero a una distancia prudente. Ella se gira hacia mí al mismo tiempo que termina la llamada. —Discúlpame, Kailey—me toma del brazo para entrar de nuevo al bar, pero la detengo de un tirón. — ¿Qué pasa? ¿Has discutido con William?—ella niega, pero puedo notar la chispa de preocupación. — ¿Qué pasa?—insisto. Ella mira a nuestro alrededor luego se concentra en mí. —Me ha contado William que están buscando a su amigo, a Matt. 
Matthew Es viernes por la noche y hace días me he cruzado con Kailey, estoy sorprendido, el destino se empeña en cruzarnos, pero recuerdo en el momento ese que Ireny estaba con mi madre y no sé qué me pasó, quise tirar todo por la borda y perseguir a Kailey, sé que suena tonto, pero algo está empezando a rebelarse dentro de mí, lo que si estoy empezando era a dudar en si quería seguir con la boda, inclusive con mi relación con Ireny. Estoy hastiado de sus berrinches de niña rica y la forma en que trata a las personas a mí alrededor. Después es cuando me pregunto ¿Por qué no veía eso antes? No lo sé. Esta noche cada quien saldrá por su cuenta, Ireny dice que tiene una cena muy importante con un agente del modelaje que viene del extranjero, así que,
Kailey Estoy acostada en el interior del gran armario que compartí con Max, estoy hecha un ovillo sobre la alfombra. Lo que ha pasado hace un mes en el baño de un hotel de Las Vegas me persigue de noche, las pesadillas han cesado desde entonces y son reemplazadas por los sueños húmedos, a media noche me despierta con los restos de un orgasmo. ¿Cómo es eso posible? Me reincorporo y después se escucha mi móvil, miro la pantalla y es el número de Morgana. — ¿Si?—lo primero que digo al contestar. — ¿Estás lista? Llevo las cajas. —Si. Bueno, creo que estoy lista. Sé que no podré hacerlo sin tu ayuda…—el nudo atraviesa mi garganta. &m
William — ¿Hablaste con el tipo?—Taylor pregunta ansioso mientras yo tecleo rápido en mi portátil. Repaso una y otra vez lo que hemos hecho Taylor y yo. Sé que no es la manera pero de algún modo tenemos que salvar a nuestro amigo de casarse con Ireny Salvatore. Me detengo y me dejo caer en el respaldo de mi silla, me giro hacia Tay que está sentado en el sofá que ha llegado de Italia ésta mañana. Puedo notar su ansiedad, da un trago a su bebida y luego me mira. — ¿Sabes que no bastará si le confieso «aquello» no?—afirmo. —Esperemos que llegue el investigador privado, ha dicho que tiene pruebas, solo necesitamos armar el plan. —Es
Matthew Ha pasado un mes desde el viaje a Las Vegas, un maldito mes que no puedo dejar de pensar en Kailey, la mujer del tatuaje de ATRAPASueños, la bailarina apasionada. Muy bien lo dijo William: “No digas que de ésta agua no beberás” Aun no entiendo por qué no siento culpa por lo sucedido, ¿Será por qué lo deseaba tanto? ¿Por qué el momento fue genuino? he intentado buscar una respuesta a esto, ¿Cómo puedes pensar tanto en una mujer que no es tu prometida, Matt? ¿Dónde quedaba el hombre que la fidelidad era un punto muy importante en una relación? ¡Por Dios, me voy a casar en cinco meses con Ireny! ¿Qué es lo que me pasa? —Calma, Matt. —me dije a mi mismo e intento borr
Último capítulo