Capítulo 2. «Respira, respira»

Matthew

 

 

 

Después de la llamada a la mujer del tacón, mi humor empeora. ¡Me ha dicho que soy un machista!

 

Estaciono mi auto en el espacio disponible en la parte trasera del edificio del negocio de mí mejor amigo William, uno de los bares más populares de la ciudad, tengo que desaparecer un rato de lo que me está empezando agobiar.

 

«La boda»

 

— ¿Por qué has tardado? Se supone que nos veríamos para ir a jugar golf.

 

William me señala una silla para que me tome asiento, nos encontramos en la segunda planta del edificio, su oficina como siempre luce impecable y con un toque fuerte de masculinidad.

 

—Lo siento, tuve un contratiempo.

 

— ¿Con ella? — asiento dudoso de seguir por ese camino, necesito un respiro de todo lo que estaba a punto de venirse encima.

 

—Creo que necesito salir de aquí. ¿Y Taylor dónde está? —la puerta se abre a mis espaldas.

 

—Aquí, llegando. ¿Cómo han estado? —Taylor se acerca a saludar estrechando nuestras manos y al final recibo un palmazo en mi espalda. Se deja caer en el sillón que está a mi lado y William toma asiento en su silla.

 

— ¿Vas a regresar a California éste próximo fin de semana? — Pregunta Taylor al mismo tiempo que se dirige a la barra de las bebidas, William toma una carpeta y la deja caer frente de mí.

 

—No sé, ella terminará de hacer lo de organizar la mudanza y tendrá una última reunión con su agente. Me quedo en silencio con la mirada fija en algún punto de la superficie del escritorio.

 

— ¿Qué pasa? —preguntan William y Taylor al mismo tiempo.

 

Tomo la carpeta y antes de abrirla los miro sincerándome en el momento.

 

—Creo que necesito un respiro de todo lo relacionado con la boda—ambos se sorprenden con mis palabras.

 

— No te quieres casar, ¿Verdad? —William me pregunta en el momento que se deja caer sobre el respaldo de su silla.

 

—Si me quiero casar, pero tengo mucho trabajo como para ponerme a pensar de qué color quiero los manteles, el sabor del pastel, el color de las flores que van a adornar la iglesia. Ireny insiste en que debo participar en los preparativos, ha hablado con mi asistente preguntando por toda mi agenda, abruma a mi madre, todas nuestras conversaciones en estos últimos días han sido sobre la boda, creo que desde qué…

 

—“Ella insistió en que tenían que dar el siguiente paso”—Taylor finaliza la oración antes de dar un sorbo a su copa de licor, dudo un momento en decirlo en voz alta pero son mis mejores amigos.

 

—Si—afirmo.

 

La habitación se quedó en silencio, miro la carpeta que está en mis manos, cuándo la abro, observo una gran lista de lugares y en la parte de arriba un letrero en letras negras: “Lugares para una luna de miel”—levanto la mirada hacia William quien sonríe divertido.

 

—Lo pidió Ireny anoche en la cena de bienvenida, quiere que disimuladamente te lo entregue y te sugiera Las Bahamas, pero para eso faltan seis meses, no sé si quieras mirar primero toda la lista y decidirlo por ti mismo, seamos sinceros entre menos me hablen y me pidan opinión de la boda, mejor, sabes lo que pienso de todo esto—agita las manos en el aire frustrado—…con Ireny y tú como cordero camino al matadero.

 

—Lo sé—muestro media sonrisa, dejo la carpeta en la superficie del escritorio frente a mí y me recargo en el respaldo de la silla, estoy empezando a perder la cordura, siento que me falta el aliento, pienso en muchas cosas como cancelar todo y disfrutar otros dos años más como pareja, es preocupante ya que se trata de mi propia boda. Ireny, tiene todo lo que un hombre puede desear, es perfecta para mí, pero siendo sincero conmigo mismo, no me veo con ella teniendo una familia, envejeciendo juntos al lado de nuestros nietos y bisnietos en alguna casa en las afueras de la ciudad, para ella lo primero era cuidarse, odia el hecho de solo pensar que su cuerpo pudiese deformarse a causa de un embarazo y no regresar a sus medidas perfectas.

 

—Necesitas relajarte, debes de tener mucha presión sobre tus hombros. ¿Quieres unirte a una escapada a Las Vegas el siguiente fin de semana? —William me distrae de mis pensamientos.

 

— ¿A Las Vegas? — pregunto curioso.

 

—Sí, un amigo tiene un nuevo proyecto se llama: La vieja Casona, es un teatro-bar, el sábado es la apertura, tendremos lugares VIP, Taylor puede acosar a las bailarinas en sus vestidores, o sería al revés, yo acoso y él que nos mantenga a raya si llegara a haber problemas—Taylor guiña el ojo divertido.

 

—O los tres podríamos acosar a las bailarinas—Taylor sugiere subiendo y bajando las cejas de forma pícara.

 

—Podría ser… ¿Te animas? — pregunta William.

 

—Podría acompañarlos, sin nada de acosos de mi parte, solo quiero distraerme, Ireny sale a Los Ángeles el siguiente fin de semana para finalizar la mudanza, encajaría bien los planes—William y Taylor se miran de disimuladamente, como si trajeran algo entre manos.

 

—Perfecto, entonces será nuestro fin de semana solo para hombres— comenta William con una sonrisa divertida.

 

 

 

❖❖❖

 

Las puertas del elevador del último piso del hotel se abren para darme paso a la suite donde me alojo por el momento, no he tenido tiempo de elegir un departamento de soltero debido a mis constantes viajes de trabajo pero ahora que estoy comprometido todo eso se acabaría. Tendría un lugar fijo en las afueras de la ciudad, con jardín tal vez, una cochera grande y definitivamente un asador gigante a lado de una alberca donde podría pasar con Ireny los fines de semana. Podría ser, si su trabajo y el mío nos dan tiempo o si no estamos viajando.

 

Ese pensamiento me produce irritación. Deslizo la tarjeta de acceso en el dispositivo de la puerta y cuando entro me encuentro con la sorpresa de una visita no muy agradable, mis suegros.

 

Aunque muchos tienen la suerte de tener buenos suegros, los míos no son el caso, no me gusta que tengan libertad para opinar dentro de nuestro noviazgo o dar órdenes. El padre de Ireny, Dimitri Salvatore está de espaldas a mí, observando el paisaje por la gran ventana que da hacia la terraza, luce un impecable traje de marca. Es alto, cabello oscuro y piel bronceada, Sylvia Salvatore es la copia exacta de Ireny, solo agregando arrugas en su piel. No es novedad verla discutir con Ireny, ahora están acaloradamente discutiendo en medio de la sala, se dan cuenta de mi presencia y detienen su discusión de madre e hija.

 

—Oh mi amor, has llegado—Ireny luce hermosa como siempre dentro de un vestido de marca y maquillada a la perfección, se acerca a mí y me rodea por el cuello con sus brazos y se pone de puntillas para darme un beso, el cual correspondo sin dejar de mirar a Sylvia y justo en el momento Dimitri se gira de cara a nosotros.

 

— ¿Otra vez discuten? — pregunto al mirar a los ojos color miel de Ireny.

 

— ¡Es qué mi madre no entiende lo que quiero, amor! —hace un puchero demasiado infantil y es algo que empieza a irritarme, eso lo hace cualquier niña de diez años, pero ella ya tiene casi veintinueve años. Dimitri se acerca a tenderme la mano para saludar en silencio, la acepto de la misma manera. Dejo un beso en la mejilla a Sylvia quien negaba en desaprobación a su hija.

 

—Es muy pequeño el lugar donde quiere hacer la boda, Matthew, su nueva organizadora le da otras opciones y son mejores de la que quiere elegir— Sylvia se quejó conmigo, pero Ireny toma el control.

 

—Bueno, pensaré el asunto. ¿Quieren quedarse a cenar? O ¿podemos ir a cenar afuera? —pregunta Ireny hacia sus padres, quienes han tomado asiento frente a mí, así que antes de que otra cosa suceda me adelanto.

 

—Yo tengo que salir, tengo que ir a la oficina y terminar los pendientes—digo cuando me giro hacia Ireny.

 

— ¡Pero es viernes amor y mis padres están aquí! —Dimitri y Sylvia me miran fríamente en silencio, en espera de mi respuesta, pero Ireny sabe que no pienso ceder, así se lo hice saber anoche.

 

—Ayer quedamos en que hoy iría a la oficina a revisar pendientes, puedes ir a cenar con ellos hoy y mañana desayunamos juntos, puedes usar al chófer para que se muevan en la ciudad y aquí tienes mi tarjeta…—Extraigo la billetera del interior de mi americana, saco la tarjeta de crédito negra y se la entrego, ella sonríe gustosa.

 

—Te voy a echar de menos en la cena— deja un beso en mi mejilla derecha, me disculpo con mis suegros y me dirijo a la habitación contigua.

 

Me miro en el espejo del baño y me contemplo detenidamente por varios minutos. Me iré de copas al salir de la oficina, me relajaré, espero que el día de mañana sea diferente y que las dudas se disipen. Me había comprometido en matrimonio con Ireny hace un mes y Matthew Reynolds tiene que cumplir.

 

 

 

***

 

La música del bar donde nos ha traído William es muy cálida y la gente es tranquila, esta noche se presenta un nuevo grupo en vivo, ¡Dios mío, había olvidado la sensación de cómo uno se siente al estar relajado! La cuarta cerveza llega a mí y mi cuerpo se siente en onda, ambientado, muevo mi pie debajo de la mesa al ritmo de la música de fondo, Taylor charla acerca de sus anécdotas de la facultad y William ríe como hace mucho no lo veía hacerlo. Al cabo de unos minutos siento un escalofrío que se desliza por mi espina dorsal, tal como sucedió está mañana, me levanto la manga de la camisa y puedo ver mi piel erizarse.

 

—Mierda—murmuro y cuando levanto la mirada hacia William éste tiene la botella a medio camino de su boca, mira a espaldas de mí, me giro para mirar que lo ha puesto así o lo correcto sería decir «Quién»

 

—Mierda— escucho antes de mirar completamente a la mujer que está junto a otra mujer castaña de espaldas a nosotros— ¿No es la mujer más hermosa que han visto?

 

— ¿De qué…? —Taylor se queda callado a media frase cuando mira a la misma dirección que nuestro embelesado amigo William mira a Taylor y éste niega.

 

—Ni lo pienses Taylor, la chica de rizos es la que ha captado mi entera atención, ¡Apártate! —dice William entrecerrando sus ojos, se levanta y señala con el dedo índice en advertencia mientras Taylor responde levantando las manos en rendición.

 

—Vale, vale, ve a la caza. Yo sigo aquí…—Taylor se llevaba la botella a la boca mientras mira a William meterse entre las mesas con el objetivo de llegar a la barra.

 

—Voy a los servicios— le digo a Taylor mientras me empiezo el camino por tercera vez por el largo pasillo para llegar, ya al terminar, me lavo las manos y doy un último vistazo a través del espejo. Al salir, reviso mi móvil mientras avanzo a paso lento, reviso los mensajes de Ireny ya que no ha dejado de enviar fotos de lo que están cenando y de las caras largas de mis suegros, el resto son de ellas. Lo guardo en el interior de mi americana y al levantar la mirada para seguir avanzando choco con una mujer, escucho su balbuceo de disculpas, me vuelvo hacia ella al sentir como de nuevo esa electricidad me recorre por el cuerpo, pero solo alcanzo a ver una silueta y el cabello ondulado perderse por la puerta del baño de mujeres. Me detengo, esperando quieto en medio del pasillo bajo la luz débil, niego con la cabeza sonriendo. ¿Qué mierdas me está pasando? ¿De dónde tanta electricidad? ¿Será el ambiente del local? Miro hacia el camino dónde ha desaparecido la mujer.

 

—Estás comprometido, Reynolds. — murmuro entre dientes Llego a la barra donde aún sigue William en una plática con la mujer de rizos extravagantes, piel morena, ojos color marrón, y tiene un cuerpo de infarto y la sonrisa de ella es sincera, genuina y hasta el brillo se le nota. Nunca he entendido por qué puedo ver cuando una sonrisa era sincera o fingida, a veces pienso que era por mi trabajo, soy un abogado respetado, así como lo son mi padre y mi abuelo, desde pequeño me enseñaron a leer a la gente. Ahora entiendo a Williams y su atracción, ya que le sucede algo muy parecido como a mí, es muy extraño que mi amigo se acerque hacia una mujer cuando normalmente las mujeres van a él.

 

—Me da otra botella de esta— señalo la botella de William al bartender, mi amigo que me da la espalda se gira hacia mí sorprendido.

 

—Oh, mira—ve a la mujer y luego a mí—Él es Matthew, le decimos Matt, es abogado, a veces un amargado—hace un mohín—lo hemos sacado a pasear ya que es viernes y le toca, ¿Verdad, amigo? —suelta un palmazo en mi hombro, muestra una sonrisa divertida y me guiña un ojo. Asiento con una sonrisa hacia la mujer de rizos.

 

—Deberías golpearlo en las pelotas— dice divertida la mujer, extiende su mano acompañado de su nombre en presentación —Morgana Fletcher.

 

—Matthew Reynolds— respondo después y con un movimiento de hombros le digo que puede decirme, Matt.

 

—Mucho gusto, Matt, te entrego a tu amigo—Morgana hace un gesto y entre risas empuja ligeramente a William.

 

—Aquí tienes—el bartender me avisa, le entrego el dinero al y antes de regresar a la mesa donde está Taylor coqueteando con la mesera, William me detiene.

 

—Espera— se gira hacia la mujer— ¿Entonces? ¿Cómo puedo ganarme tu número de teléfono?

 

—Lo siento, no tengo teléfono— Morgana da un trago a su cerveza y le guiña el ojo a mi amigo.

 

—Bueno, hice el intento, que te sigas divirtiendo con tu amiga—frunzo el entrecejo al ver que está sola. ¿Hay otra amiga? O ¿lo está realmente bateando?

 

—Gracias, igual ustedes— se guiñaron el ojo de nuevo y nos dirigimos a nuestra mesa.

 

—No puedo creer que no haya conseguido su número de teléfono, creo que he perdido la práctica…— se queja William al tomar un sorbo a su botella, Taylor sonríe sarcástico.

 

—Te he dicho que debes salir más de tu oficina de empresario «Todopoderoso»— se burla Taylor antes de dar tomar su cerveza.

 

Rompemos en risas y antes de enrollarnos en alguna plática, el sonido del micrófono nos distrae.

 

— ¡Bienvenidos a Lubys ¡Tuuuuu bar favorito! —Señala a varios con el dedo índice y comienzan a aplaudir el resto de los presentes— ¡Es hora! Les presentamos una banda nueva que toca covers, así que: ¡Den un fuerte aplauso a, Lunatic´s!

 

Todo mundo comienza a aplaudir y a chiflar animando a la banda, el vocalista presenta a su banda entre aplausos y anuncia la primera canción de la noche: Believer de Imagine Dragons.

 

— ¡Wow! ¡Tú canción favorita, Matt! — gritan al mismo tiempo William y Taylor, levanto la botella junto con la de ellos y hacemos un brindis. Gritos efusivos se escuchan a mis espaldas, supongo que no soy el único al que le encanta esa canción.

 

—Vaya, a mi chica de “rizos” y a su amiga les fascina la canción.

 

La música sigue sonando y todos en coro cantan la letra, la adrenalina ruge dentro de mi cuerpo y recordando con mis amigos la cantamos a todo pulmón, de vez en cuando chocamos nuestras botellas mientras continuamos cantado con el resto de los presentes. Al ver que se me ha terminado mi botella les hago señas a mis amigos que iré a la barra por otra, me encargan dos más, me encamino hacia allá y con dificultad encuentro la barra. ¿En qué momento se ha llenado el lugar? Al llegar me estremezco al sentir de nuevo esa intrigante electricidad, miro a mis lados y solo hay tipos tomando su cerveza y cantando, en cámara lenta miro hacía el rincón, hay una mujer de pelo castaño con ondas cayendo sobre sus hombros, su sonrisa, la forma en como sus manos se agitan en el aire al ritmo de la música y sus labios se mueven siguiendo la letra de la canción me atraen. La música se escucha muy lejos, la gente a mi alrededor es borrosa, solo puedo enfocar a esa mujer, tiene una belleza muy natural, bajo la mirada a mi brazo, levanto la manga unos cuantos centímetros y mi piel está erizada –De nuevo – digo sorprendido, hace dos años había pasado algo similar, la mujer de la carpeta bajo la lluvia, luego la otra mujer de esta mañana es como si tuviera un deja vú. Y ahora, de nuevo esa electricidad. Una mano es agitada frente a mí, sacándome de mi ensoñación, la música llega de golpe a mis oídos y las voces incrementan, arrugo mi entrecejo y niego repetidamente recordando a lo que iba: ¡Cerveza, Matt!

 

— ¡Tres cervezas! — grito por encima de la música y cuando mi mirada busca de nuevo a esa mujer, está brincando junto a… ¿Rizos? ¡Oh!, debe ser su amiga, ambas brincan con sus botellas en mano y cantan. La música se detiene, el barman coloca las cervezas frente a mí distrayéndome, dejo el dinero sobre la barra, luego tomo las tres cervezas y antes de perderme entre la gente echo un último vistazo a la mujer, quien toma asiento y entre risas le pide otra cerveza al bartender, cuando su mirada se encuentra con la mía, caigo en cuenta quién es: ¡La mujer que me ha chocado el auto ésta mañana! No sé por qué una sonrisa aparece en mi rostro como un estúpido, cuando me percato de lo que estoy haciendo, ya me encuentro cerca de ella situándome a su espalda.

 

— ¡Hola, “chica del tacón”! —ella se vuelve con el rostro sonrojado, su amiga Morgana me mira confundida, le doy una sonrisa— ¡Oh! ¿No te ha contado? —señalo a su amiga con un movimiento de barbilla—Ésta mañana me ha chocado el auto— me giro hacia la “chica del tacón”— ¡Que pequeño es el mundo! ¿No?

 

Da un sorbo a su nueva cerveza y hace un movimiento de hombros como si le diera igual. Morgana le pregunta algo muy cerca y ella solo pone los ojos en blanco.

 

—Vale, soy la que te ha chocado el auto ésta mañana, me llamo Kailey ¿Sabes leer? Lo decía mi tarjeta—se vuelve hacia mí, ladea el rostro y sonríe sarcásticamente —Morgana, éste es el tipo que dijo: “Tenía que ser mujer”—imita una voz gruesa, supongo que soy el personaje.

 

No sé por qué algo dentro de mí dice: ¡CORRE! pero estoy clavado al suelo, trago saliva y antes de decir algo en mí defensa como: Tenía un maldito humor de perros ésta mañana, William y Taylor llegan a mi rescate.

 

— ¿Y las cervezas? ¡Estamos sedientos! — suelta William en tono divertido y le sonríe a Morgana.

 

—Aquí están, regresemos— pero la “mujer del tacón” me mira de una manera burlona, mientras da otro sorbo a su cerveza.

 

—Hola, soy Taylor— dice mi amigo extendiendo una mano a Kailey y no sé por qué mierdas eso me irrita, le corto antes de que ella extienda su mano para presentarse.

 

—Vamos, estamos interrumpiendo— Tomo a mis amigos y los arrastro a nuestra mesa, ellos me miran como si me hubiesen salido dos cabezas.

 

— ¿Qué te pasa? — pregunta William intrigado, la música era baja, di un trago a mi botella de cerveza haciendo tiempo para contestar.

 

—En la mañana la amiga de tú “rizos” ha chocado mi auto, bueno no le hizo nada…—vino a mi mente un pequeño flashback donde recordé a la mujer bajo la lluvia hace años—… y no sé por qué tengo la ligera sospecha que es la segunda vez… ¿Será la misma mujer? —esto último lo digo más para mí, ellos arrugan su entrecejo confundidos, les cuento en resumen y me hacen un poco de broma por ello.

 

—Vale, ya—les calmo entre risas, la música suena de nuevo, ahora el grupo toca: Creep, de Radiohead. Mis amigos me miran al mismo tiempo que comienzan a cantar la letra. Miro de vez en cuando hacia el rincón donde están ellas y antes de echar un vistazo por última vez y concentrarme en la reunión con mis amigos, doy un sorbo a mi cerveza mirando de reojo, ahora tres tipos están con ellas, la chica de “rizos” pone mala cara y la “chica del tacón” empuja al tipo a su espalda con el codo,  automáticamente me levanto, William sigue mi mirada junto con Taylor, pero antes de que digan algo, estoy caminando hasta la barra, trueno mis dedos y al acercarme a las espaldas de los tipos escucho:

 

—…solo una canción baila conmigo, nena, ¿Te harás la difícil? — insiste el tipo quien tiene una chamarra estilo motociclista.

 

— ¿Todo bien? — digo mientras me pongo a lado de la mujer del tacón, los tres tipos me miran con cara de: Lárgate.

 

— ¡Oh, mi amor, has llegado! —dice Kailey con una sonrisa aliviada, William aprovecha para seguirme el numerito y rodea a Morgana por encima de sus hombros acercándola hacia él, ésta se sorprende y al cabo de unos segundos entiende lo que intentamos hacer.

 

— ¿Todo bien cariño? — dice William a Morgana en un tono alto para que escuchen los tres tipos.

 

—Sí, baby, es solo que han pedido que bailemos con ellos, pero les hemos dicho que no—

 

Lanzamos unas miradas intimidando a los tipos, Taylor se pone en medio y alza su pecho en señal de que les dará una paliza.

 

—Lo siento, creíamos que estaban solas. —dice uno de los tres tipos antes de alejarse.

 

—Disculpados, ahora: adiós. —dice Taylor agitando su mano en señal de despedida.

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