Como clienta VIP, el tratamiento de Halle fue rápido y sin contratiempos. Al ver que su expresión de dolor por fin se aliviaba, Jasper suspiró.
—Un error así no puede volver a pasar. Halle es nuestra invitada, espero que tengas más cuidado.
Apenas se molestó en ocultar su acusación. Sentí la misma amargura de siempre en el corazón.
—¿En serio crees que lo hice a propósito?
Me miró por unos segundos antes de darme un beso corto y tenso en la mejilla.
—Halle está embarazada. Si le pasara algo a ella o al cachorro, sería horrible para nosotros. Sé que puedes cuidarla bien.
Después de la indiferencia de mi vida pasada, empecé a caer en una depresión. Esta vez, lo único que quería era esperar en silencio el momento de irme.
—Lo haré —respondí, aunque la presión en mi pecho apenas me dejaba respirar.
***
Al día siguiente, después de terminar su comida, Halle me dedicó algunos halagos fingidos.
—En serio que cocinas increíble. Nada que ver conmigo, yo no sé hacer nada y encima soy superespecial para la comida.
El tono de Jasper era consentidor.
—¿Y eso qué importa? Freya te va a cuidar de maravilla. Tú solo relájate y disfruta tu estancia.
La ternura en sus ojos era como agujas clavándose en mi piel. Halle se recostó en el sofá con un suspiro teatral.
—Ay, esto del embarazo es horrible. Me duele todo. No sé cómo voy a aguantar los próximos meses.
La mirada de él se posó en mí.
—¿Por qué no le das un masaje? Está esperando un cachorro, es pesado para su cuerpo.
Sentí pataditas en el vientre: yo también esperaba un cachorro. Ya me había esforzado mucho preparando la comida para ella y estaba agotada.
Pero aun así acepté.
—Claro. Voy a preparar todo.
Miré la marca en mi clavícula. Ya se había desvanecido casi a la mitad de su color original. Faltaban dos días.
Acostada cómodamente en la camilla de masajes, Halle se deleitaba con mi servicio. Había traído su propio incienso, y el aroma abrumador me revolvió el estómago.
—Ay, mírate, esforzándote tanto por complacer a Jasper. Y a mí me basta con decir una sola palabra para que él me lo dé todo.
—No intento complacerlo. Solo le muestro respeto —respondí en voz baja.
El gesto de Halle se torció con fastidio.
—Deja de actuar como si fueras la gran cosa, como si nada te importara. Vine a recuperar lo que es mío.
Continué con mi trabajo, moviendo lentamente los dedos sobre sus hombros.
—Nunca quise pelear contigo por lo que quieres —dije con calma—. Tú misma viste los papeles de la disolución del vínculo.
Cuando terminé el masaje, sentía las piernas débiles. Caminé tambaleándome hacia mi cuarto, deseando recostarme.
Jasper salió de su estudio y se detuvo, con los ojos fijos en mí.
—¿Por qué estás tan pálida? ¿Te sientes mal?
Estiró la mano para tocarme la mejilla, y el estómago se me revolvió. Lo empujé y corrí al baño, donde vomité con tanta fuerza que sentí que se me vaciaban las entrañas.
Cuando volví, tambaleándome, él seguía ahí, en silencio. Un destello de culpa apareció en sus ojos.
—No sabía que te sentías mal. Lo siento. Deja que las empleadas se encarguen de todo de ahora en adelante.
—No te preocupes. Puedo hacerlo.
De todos modos me llevó cargando a la cama y me arropó con la cobija. Me tomó la mano.
—… ¿Estás embarazada?
Se me paró el corazón.
—No… solo estoy cansada.
Aparté la mano. La fugaz esperanza en sus ojos se desvaneció.
—Es que… te veías igual que Halle cuando se sentía mal. Pensé que…
Sonreí, una sonrisa pequeña y cansada, y cerré los ojos.
Jasper se quedó junto a la cama un momento antes de irse.
“¿En serio esperaba un cachorro?”.
“¿Le importaría si fuera mío?”.