Capítulo 67. Madre.
Ciertamente, la vida de todos estaba abocada a un final, sin importar la magnitud de sus riquezas o el poder que ostentaran.
Porque ante la inminente llegada de la muerte, las diferencias terrenales se disipaban por completo, dejando al descubierto que, en ese último tránsito, la igualdad prevalecía sobre cualquier fortuna acumulada, haciendo a todos iguales frente a su inexorable encuentro.
—Hijo mío, anhelo para ti una vida larga y próspera junto a tu amada. Que tu vida esté plagada de dicha y entendimiento mutuo.
—Padre, tus palabras son un tesoro. Agradezco de corazón tu bendición y tus buenos augurios.
La sonrisa inicial de Ricardo se atenuó, un velo de melancolía cubrió su rostro.
—No obstante, cuánto desearía con toda mi alma que Giovanni pudiera haber presenciado este instante contigo. Su ausencia en momentos como este se hace particularmente notoria.
Francesco afirmó con serena convicción, posando una mano firme pero delicada sobre el hombro de Ricardo en un intento por conso