Capítulo 43. Confesando un amor.
Una oleada de calor inesperada recorrió la nuca de Catalina, despertando cada pelo con un escalofrío sutil. La tibieza de un aliento cercano se posó sobre su piel como una caricia invisible que le advertía de la presencia de alguien detrás de ella.
Una punzada de incertidumbre danzó en su pecho, mientras su mente intentaba descifrar el origen de aquella sensación tan íntima e inesperada.
La voz de Catalina apenas fue un susurro, un reconocimiento teñido de sorpresa y algo más intenso.
—Francesco... —articuló suavemente, sintiendo el peso de su mirada en su espalda.
Él se giró lentamente, sus ojos azules escrutando su rostro con una intensidad que la hizo vacilar. Un atisbo de vulnerabilidad brilló en su semblante antes de que comenzara a hablar con su tono grave y pausado.
—Tal vez este instante llega demasiado rápido a nuestro encuentro, quizá la juventud aún florece en tus años, pero un temor me embarga con una fuerza inusitada: siento que mi alma, mi afecto más sincero, se ha extra