Llegué a la empresa y me sentí verdaderamente aliviado de no tener a Alicia a mi lado en todo momento. Sé que suena egoísta y que quizás soy el peor futuro esposo, pero no podía sentirme de otra manera.
Entré a mi despacho, pero mi padre estaba sentado cómodamente en mi silla.
―En pocos días será el inicio de una nueva vida, hijo ―dijo mi padre al tomar un sorbo de su café con leche. Todo está listo para que Alicia Alcántara, tu prometida, haga el lanzamiento de sus joyas. Solo faltas tú…
―Hola, papá ―dije con ironía al ver que ni siquiera me saludó al entrar.
―¿Acaso no me escuchaste? ―reclamó y simplemente asentí.
Mi padre, el gran empresario de calzados del país, Diego Parker es un hombre alto, de cabello blanco como la nieve y de ojos grises. Es de esas personas que solo piensan en el dinero, en tener más de lo que puede y en meterte en cualquier problema por lograrlo. Su ambición no tiene límites.
Mi padre creía poco en mí y ese rechazo me impulsaba siempre ha demostrarle lo contrario y esta vez no sería la excepción, pero estaba harto de recibir órdenes, de que me tratara como un joven sin experiencia cuando le había demostrado que podía y puedo tener mi propio imperio. Sin embargo, a pesar de tenerlo todo, me sentía muy vacío.
―Está casi todo listo. Estoy esperando los últimos diseños de los calzados para aprobarlos. De lo demás se está encargando el equipo.
―Tú tienes que tener el control de todo, sino las cosas no saldrán bien ―exclamó y añadió unas gotas de whisky a su café.
No quería discutir con él de mi manera de hacer las cosas. Nunca iba a ser igual a él, aunque delante de él. Yo no soy ambicioso, o por lo menos no tanto como él, no soy controlador ni le paso por encima al equipo que forma mi empresa. Yo sé que sin ellos nada se lograría y merecen el mérito. Yo solo me considero el líder, el guía, el que dirige.
―Esta tarde hay una presentación de las joyas que eligió Alicia para la nueva colección. Tenemos que ir a verlas ―añadió mi padre.
―¿No confías en su elección?
―No se trata de no confiar, sino de perseguir la excelencia. Ella tiene muy buen gusto, pero a veces hay que intervenir sutilmente para que todo salga bien.
―Yo tengo mejores cosas que hacer que ver unas joyas.
―Es también tu empresa ―vociferó lanzando pequeñas gotas de su bebida en su camisa.
―Tú lo has dicho, papá. Y por eso debo preocuparme por otras cosas. Y por favor, no te metas en las decisiones de Alicia con sus joyas. La empresa es de ambos, pero ella no se involucra en el calzado ni yo en su parte.
―Lo sé, solo quiero que todo salga perfecto.
―Nosotros también…
Nos quedamos en silencio unos pocos segundos y escuchamos una voz venir desde la puerta del despacho.
―¿Cómo están los dos hombres de mi vida? ―dijo mi hermana, Adriana, sosteniendo el brazo de su prometido, Louise. Mi hermana es menor que yo y está organizando también su boda.
Mi mamá también la acompaña, tan elegante como siempre con su vestido rosado y su sombrero negro con la cinta igual a los zapatos, de color plateado. Ella es una mujer elegante en su caminar, en su vestir y en su hablar, pero a diferencia de papá, ella tiene un buen corazón y carácter.
Mi hermana se acercó a mi padre, lo abrazó y mi madre se acercó a mí. Ella sabe cómo soy en verdad, solo ella sabe qué se esconde debajo de este traje negro de miles de dólares.
―¿Cómo estás hijo? ¿Qué sabes de Alicia?
―Todo bien―La abracé y besé su mejilla―. Aún no sé nada de ella, pero tengo en mi teléfono algunos mensajes que no he podido revisar, seguramente es ella.
―Te gusta hacerla sufrir, ¿no? ―añadió mi hermana sonriendo, acercándose para abrazarme.
―Claro que no―sonreí un poco ante sus palabras.
―A tu hermano no le gusta hacerla sufrir―interrumpió, Louise―, le encanta. Todos reímos.
Louise es el novio de mi hermana desde hace casi cinco años, se conocieron en un crucero al cual ella suele viajar cada año junto a sus amigas. Es un buen amigo y creo que será un muy buen esposo para Adriana. Son tal para cual, les gusta bromear, reír, pero al mismo tiempo cenar en restaurantes de lujo, relacionarse con famosos de Hollywood o estar en los conciertos de las grandes estrellas en el palco VIP y conocer al artista.
―Creo que ya se han divertido mucho conmigo―agregué serio, pero al mismo tiempo divertido―. Tengo mucho que hacer―mentí. Solo necesitaba y quería estar solo.
―Está bien― dijo mi hermana rodando sus ojos―. Mañana hay un evento del club de tenis en el hotel Gran Legras, vas a venir, ¿cierto?
―Lo había olvidado.
―Voy contigo ―dijo mi madre emocionada, sosteniendo mi brazo.
―No lo sé.
―Liam no tiene tiempo para eventos, tiene mucho que hacer―vociferó mi padre y esta vez le agradecí su “apoyo”. Mi único deseo era ir a la granja cuanto antes y despejarme de toda esta realidad abrumadora que a veces no logro controlar. El dinero no compra la felicidad, de eso no hay duda.
Todos se retiraron y al fin me quedé solo en mi despacho. Me senté en el sillón principal y pude por primera vez observar la elegancia con la que se había decorado. No soy tan detallista, pero en ese momento podía darme cuenta de todo. Era enorme, con un escritorio de mármol frío, repleto de papeles y bolígrafos de lujo. Las sillas eran de cuero puro y las paredes decoradas con delicados cuadros con el borde de oro. Era demasiado para mí, pero, aunque deseaba ir a la granja hoy mismo, debía trabajar un poco para el nuevo lanzamiento de la compañía.
―Disculpe que lo interrumpa―dijo mi asistente, Laura, a los pocos minutos de quedarme solo―, llegaron los sobres con las ideas de los nuevos diseñadores.
―Pasa, por favor―Me senté derecho y le señalé la silla―. ¿Los revisaste?
―No, señor. Acaban de llegar.
Para el nuevo lanzamiento queríamos algo nuevo, novedoso y se llevó a cabo una enorme entrevista con más de cien posibles candidatos, todos diseñadores, dibujantes, e incluso aficionados. Queríamos encontrar talento para innovar y hacer algo especial el día del lanzamiento de la colección.
―Esto es solo una parte, afuera hay más―dijo señalando con su mano hacia la puerta.
―Espero que valgan la pena―añadí y ella sonrío―. ¿Los vemos?
―Claro.
Nos pusimos de pie y caminamos al final de mi despacho a una enorme mesa circular, colocamos los sobres, incluyendo los de afuera; y comenzó la ardua tarea de ver el talento nuevo frente a nuestros ojos.
Algunos de estos diseñadores fueron contratados hace algunos días para ser parte de la empresa que comparto con Alicia, pero todos debían entregar una idea de diseño de calzado y joyas para conocer su talento y me pareció buena idea intentar incluirlos en el lanzamiento para darles una oportunidad.
Necesitaba encontrar el diseño perfecto, el que al verlo destaque de tal manera que no tenga más nada que ver.
―Todos son muy talentosos, pero no encuentro el diseño especial.
―Aún quedan algunos sobres ―señaló, Laura.
―Es posible que ahí esté el ganador.
―Totalmente, señor.
Abrimos tres sobres más y mi mirada se fue a uno verdaderamente especial. No solo se trataba de un diseño de calzados y de joyas, también de ropa. Era algo que habíamos considerado incluir, pero no ahora. Sin embargo, era un dibujo perfecto, cuidado en detalles; y lo mejor era que se veía maravilloso el conjunto completo. Era simplemente perfecto.
―Creo que tenemos el diseño ―dije sosteniendo ambas hojas cuidadosamente dibujadas; una para mujeres y otra para caballeros. Se desbordaba el talento.
―Ganadora ―dijo ella señalando el nombre de la joven ganadora en el sobre.
―¿Cómo se llama?
―Samantha.