CAPITULO 10 TERESA

 “Sí tía, estoy muy feliz, Elías y yo hemos estado saliendo juntos, me ha llevado a muchos lugares hermosos”.

Dalia se veía radiante, le gustaba mucho la forma en que mejoraba su relación con Elías. El hacía lo posible por estar con ella, la llamaba mientras trabajaba para pedirle que estuviera lista para salir juntos. A veces se quedaban viendo películas en casa disfrutando de la noche.

 Sonó el teléfono de Dalia. El identificador de llamadas decía -ELÍAS-.

“¡Hola!”

 “Dalia, hoy llegaré tarde, no me esperes despierta, me reuniré con Salvador”.

Ella contestó sonriendo. “Está bien, gracias por avisarme, nos vemos”.

 “¿Era él?”. preguntó su tía Magdalena, mientras tomaba un sorbo de su café.

 “Si, no llegara temprano hoy a casa, tiene una reunión”. Dalia acomodo su teléfono en la mesa suspirando.

Su tía Magdalena tomó sus manos diciéndole a Dalia. “Que bien que las cosas estén funcionando entre ustedes dos, lo único que quiero de todo corazón es que seas feliz. -Después de lo que te hice mi niña en el pasado, es lo único que deseo…-. Pensó su tía viendo a Dalia, pensativa los recuerdos. vinieron  a su mente y el pasado triste que la sigue… 

 <<Flashback de Magdalena>>

 En una casa en México hace algunos años…

 “¡Teresa!, volviste. Mamá ha decaído por su enfermedad, decidí dejarla en el hospital, puedo cuidarla mientras trabajo”. Magdalena recibió a su hermana Teresa explicando la situación.

 “Maggie, ¿Qué fue lo que pasó, no se supone que la estabas cuidando?, te he enviado suficiente dinero para el tratamiento”.

 “Lo siento, la enfermedad agrava cada vez más su estado, creo que pronto… nos dejará”.

 “Creo que sería lo mejor…” Comentó Teresa.

 “¿Qué dijiste?”. Mirándola Magdalena preguntó.

 “Nada, nada, iré a darme un baño primero y te acompañare al hospital”.

 Teresa y Magdalena se alistaron y salieron hacia el hospital, en el camino Magdalena le explicaba a su hermana la condición de su madre, María.

 La señora padecía insuficiencia renal y cáncer en los pulmones.

Cuando Teresa era pequeña sufrían mucho con su padre, constantemente las golpeaba a ella y su madre, cuando María salió embarazada de Magdalena, el hombre las abandonó, María sufrió de depresión posparto, empezó a beber constantemente, Teresa con solo 8 años, tenía que cuidar de su hermana cuando era bebe y de María, que muchas veces desaparecía por días. 

Cuando regresaba venía acompañada de hombres, Teresa tenía miedo de que abusaran o golpearan de ella o su hermana mientras su madre estaba aturdida o dormida por el alcohol en su cuerpo.

Un día, uno de los acompañantes de su madre trato de abusar de Magdalena, solo tenia 5 años, Teresa lo apuñaló con unas tijeras en la espalda, hubo un revuelo con la noticia, la madre de Teresa fue a rehabilitación, mientras Teresa y su hermana vivan con cuidadores, pero desde el momento en que Teresa apuñaló al hombre, algo en ella cambio, le gusto como se sentía el infringir dolor y se dio cuenta que todos las trataban tan bien por ser las víctimas inocentes del suceso, esto hizo que Teresa empezará a aprender a manipular a su hermana pequeña, a su mamá y a la gente a su alrededor.

Meses después, María su madre, salió de rehabilitación y regresaron a casa las tres juntas. Al parecer la vida les daba una nueva oportunidad a las tres, lo que no sabían es que Teresa sería marcada para siempre.

 Postrada en la cama de un hospital dormía María.

 “Mamá, despierta he venido a verte, mira quien llego del viaje, es Teresa, ¿Estas feliz?, al final estamos las tres juntas de nuevo”. Magdalena se acercó a la cama y besó a su madre en la frente.

 María no podía moverse, llevaba una mascarilla de oxígeno, estaba muy débil y delgada, ni siquiera podía pronunciar bien palabras o frases largas. Vio de reojo a Teresa, quien la veía con un rostro oscuro y siniestro desde lejos de la cama.

“Magdalena, es hora de tu turno, yo me quedaré aquí con mamá”.

 Mirando su reloj Magdalena dijo. “Esta bien, si necesitas algo avísame estaré dos pisos arriba puedes marcarme en cualquier momento estaré al pendiente”. Ella salió de la habitación para empezar su turno.

Cuando al fin vio la silueta de Magdalena desaparecer en el corredor, Teresa entró sigilosamente y se sentó al borde de la cama. “Mírate madre, todo lo que te hiciste a ti misma, lo estas pagando caro…tsk, tsk tsk sabes te mereces esto y más…” Empezó a acariciarle el cabello de una forma gentil pero su rostro era aterrador.

 “Lo único bueno de toda nuestra historia es que Magdalena no recuerda mucho del pasado, pero tú y yo sabemos muy bien todo lo que pasó…”

María la miraba asustada, con sus ojos casi saliéndose de su órbita y negando con la cabeza, tratando de articular las palabras. “Hi… hij...hija…Lo… sien…to…”.

Teresa sonrió sarcásticamente. “Crees que un lo siento hará que olvide todo… mamá, estás muy equivocada. Lo mejor que puedes hacer es morir de una buena vez y dejar que Magdalena y yo vivamos bien, solo eres una carga”. Le decía fríamente Teresa.

Las máquinas conectadas a María empezaron a sonar, la mujer empezó a perder la conciencia lentamente mientras seguía mirando a Teresa. 

Ella la veía tranquila sin un rastro de preocupación, se acercó a María y le dijo al oído. “Nos veremos en el infierno…” Se separó del rostro y le regaló una gran y fría sonrisa.

Empezaron a llegar las enfermeras asistir a María, Teresa se hizo a un lado cambiando su rostro a uno preocupado y con lágrimas a punto de salir de sus ojos.

“Por favor salven a mi mamá, sálvenla”.

 Tiempo después llegó Magdalena, su madre había muerto, Teresa la consoló por un rato, después del entierro regresaron a casa.

 “Magdalena, no puede ser que perdamos a nuestra madre, y yo perdí la oportunidad de estar con el hombre que amo…”

 Magdalena se limpió la cara llena de lágrimas y la miró confundida, se acercó a ella y preguntó: “Hablas de ¿Lázaro?”.

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