Capitulo 33

Después de esa noche, en la que mi hermano y yo nos sentimos victoriosos, los rumores comenzaron a esparcirse por el pueblo. No me enteré de ellos, pues había pasado la mañana durmiendo junto a David cerca de la chimenea, como lo hacíamos todas las noches para protegernos del frío que se filtraba por las paredes de nuestra humilde casa.

La tenue luz del fuego iluminaba nuestras pieles, y el crepitar de la leña era lo único que rompía el silencio hasta que, de repente, un fuerte estruendo nos despertó.

El sonido de algo pesado rompiendo contra la puerta retumbó en nuestros oídos, y un terror helado se apoderó de nosotros. Nos incorporamos de golpe, sin entender qué sucedía.

La puerta se abrió de un golpe, y varios hombres irrumpieron en la casa. Armados con palos y herramientas, comenzaron a destruir todo a su paso, lanzando nuestras pertenencias al suelo como si fueran meras hojas secas arrastradas por el viento. El eco de los muebles rotos y el vidrio quebrándose inundó la habitaci
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