Estaba muy nerviosa porque las pequeñas miraban extrañadas a Damon. Él se arrodilló a su altura y las abrazó a ambas. Ally se veía sonriente y Amina extrañada.
  La vecina y su hijo simplemente se marcharon, dejando el ambiente tenso y cargado de emociones.
  — Hola, mis pequeñas —dijo Damon con una sonrisa temblorosa—. Soy su papá, Damon.
  — ¿Papá? —repitió Alisson, con sus ojos brillando—. ¿De verdad eres nuestro papá?
  — Yo quiero que papi nos cuente un cuento —dijo Alisson, sus ojos brillando de emoción.
  — Ally, amor, ya es muy tarde y papi debe irse —respondí, tratando de no complicar más la situación.
  — Puedo quedarme unos minutos más, Luzma —intervino Damon—. No tardará nada, un cuento rápido.
  Alisson aplaudió emocionada y Amina, aunque aún algo reticente, se acurrucó más cerca de mí, observando con curiosidad.
  — Pero de princesas —añadió Alisson, con una sonrisa esperanzada.
  Damon sonrió y se sentó en el borde de la cama de las niñas, mirando a ambas con ternura.