Luz Marina Hoffman, la joven heredera de una de las familias más poderosas del país, tenía todo planeado: una vida feliz junto al amor de su vida. Sin embargo, un trágico accidente automovilístico cambia su destino para siempre debido a la muerte de su hermano. Sumida en el dolor y la culpa, se interna en una clínica durante más de un año, buscando la redención que nunca llega. Al regresar al mundo exterior, se enfrenta a una dolorosa verdad: su amado se ha casado con su propia hermana. Destrozada y desilusionada, se sumerge en una espiral de autodestrucción. En una noche de desenfreno, se entrega a un desconocido, sin sospechar que este hombre es el primo de su antiguo prometido y el nuevo socio de su empresa familiar. Lo que Luz Marina no sabe es que ese encuentro dejará huellas imborrables: ha quedado gemelas.
Leer másMi nombre es Luz Marina Hoffman y soy la menor de la familia Hoffman, conocidos por dirigir una de las empresas más importantes de Estados Unidos en el ámbito de la arquitectura. Desde pequeña, he crecido entre planos, maquetas y el constante murmullo de la construcción.
Hace un año todo en mi vida cambió. Un fatídico accidente automovilístico se llevó la vida de mi hermano mayor, Benjamín. Conduciendo aquel día, perdí no solo el control del vehículo, sino también el control de mi propia vida. La culpa me consumía, me ahogaba en un mar de remordimientos y dolor. Intenté poner fin a mi sufrimiento más de una vez, pero mi familia, preocupada por mi bienestar, tomó la difícil decisión de internarme en una clínica. Después de meses de luchar contra la oscuridad, finalmente me dieron el alta y pude abandonar la clínica. Mi primer pensamiento fue para Maxon Chrysler, mi prometido, el hombre que ha sido mi roca en medio de la tormenta. Sin embargo, decidí ir a mi casa a prepararme primero. Me sorprendí al notar que no había nadie. Subí a mi habitación y escuché gemidos en la habitación de mi hermana, su cuarto queda al lado del mío.Pero en el momento en que crucé el umbral, el tiempo pareció detenerse. Mis ojos s posaron en una escena que me heló hasta lo más profundo de mi ser: Maxon, mi amado Maxon, estaba haciendo el amor con una mujer. Y no era cualquier mujer, era mi hermana, Romina, la única familia que me quedaba. El dolor me golpeó como un puñetazo en el estómago, robándome el aliento. Las lágrimas nublaron mi vista mientras mi mente luchaba por procesar lo que veía. ¿Cómo podía ser posible? ¿Cómo podía Maxon traicionarme de esta manera, con la persona que más confiaba? — ¿Qué haces Maxon?— pregunté sintiendo que las lágrimas resbalan sobre mis mejillas. En ese momento, ambos se separaron y él se levantó de la cama, mirándome mientras acomodaba sus pantalones. —¿Nena, que haces aquí?— Pregunta él — No es lo que crees. — No es evidente, soy la mujer de Maxon.¿Acaso creías que te esperaría toda la vida, Luz Marina?— Pregunta Romina mientras cubre su desnudez con las sábanas y esboza una sonrisa. — No me toques nunca más en la vida, me vuelvas a tocar, Maxon Chrysler.— Me solté de su agarre cuando él sostuvo mi brazo y le pegué una bofetada. — Todo tiene una explicación, Luz Marina.— Pronuncia él — ¡Maxon jamás podría amar a una asesina como tú, Luz Marina!Mataste a nuestro propio hermano.— Me acusa Romina. — Cállate, Romina. ¿Crees que puedes hacerme daño tan fácilmente?—.gruñí, con la voz temblorosa y llena de ira. Romina se encogió de hombros, con sarcasmo en los ojos. —¿Hacerme daño? Mi querida hermana, tú te lo buscaste. Creíste que siempre tendrías el control, pero te equivocaste. Maxon está cansado de que finjas ser pura, ¿acaso crees que eres la Virgen María? Necesita a alguien como yo que pueda satisfacer sus necesidades, una mujer de verdad— Se burla Sacudí la cabeza, intentando negar sus palabras. No podía creer que Maxon había olvidado todo lo que habíamos vivido. Éramos novios desde que yo tenía dieciséis años, él fue el primero en todo. Sentí una oleada de vértigo, como si el mundo entero diera vueltas. Retrocedí unos pasos y me apoyé en la pared. No sabía cómo iba a afrontar esta dura realidad, no sabía cómo iba a seguir adelante con mi vida. Maxon se hizo a un lado, con los ojos llenos de vacilación y dolor. Parecía a punto de decir algo, pero fue interrumpido nuevamente por Romina. —Deja de actuar patético Luzma— Romina se burló—Mi amor, Maxon, deberías haberle dicho la verdad hace mucho tiempo. Maxon bajó la cabeza, sus hombros temblando ligeramente—Luzmq, amor, yo... —¡Basta! —grité, interrumpiéndole. Sentí una oleada de náuseas, como si fuera a vomitar. Me di vuelta y salí furiosa de la habitación, con lágrimas cayendo involuntariamente por mi rostro, mientras las burlas de Romina y los gritos de Maxon venían detrás de mí. Justo cuando caía en la desesperación, Romina y Maxon me alcanzaron. Se pararon frente a mí, Romina con una sonrisa de suficiencia en su rostro y Maxon con culpa e inquietud en sus ojos. —¿Pensaste que podrías escapar, Luz Marina?— Romina se burló—Maxon me ha elegido, tú sólo eres una perdedora. Las fulminé con la mirada, la ira ardiendo en mí. —¡Las dos son unas mentirosas! Maxon, ¿cómo has podido hacerme esto? ¿Cómo has podido traicionarme después de todo lo que hemos pasado juntos?.¡Los dos sois basura! No merecen mi perdón. Se merecen el uno al otro. Romina, sin embargo, de repente estalló en carcajadas, su risa aguda y punzante.—¿Perdón? ¡Tú eres la que debería pedir perdón, Luz Marina! Tú mataste a nuestro hermano, ¡tú eres la verdadera asesina! -¡Repito que yo no maté a mi hermano! Romina se burló, con los ojos llenos de burla y desdén.—¿No lo mataste?.Incluso tú fuiste a un hospital psiquiátrico para alejarte de todo, ¿hasta dónde puedes llegar para escapar de la ley? Además de demente tienes amnesia. Maxon se hizo a un lado, con los ojos llenos de dolor y lucha. Parecía querer decir algo, pero de nuevo Romina lo interrumpió. Me di vuelta para irme, no quería tener nada más que ver con ellos. Pero Romina me alcanzó, me agarró del brazo y me tiró al suelo con fuerza luego me pegó una bofetada.Sentí un dolor agudo, como si se me rompieran los huesos. —¡Puta! Asesina—Gritó—¿Crees que puedes escapar de la ley? Para mi sorpresa, Maxon se abalanzó de repente. Empujó a Romina con tanta fuerza que la estampó contra la pared. —¡Ya basta!—Rugió—No se trata de Luzma, es mi decisión. Romina se quedó helada, no parecía esperar que Maxon de repente me defendiera. Miró a Maxon con ira e incredulidad en los ojos. —¿De qué ...... estás hablando?— Tartamudeó—Eres mi hombre, deberías estar de mi lado. Maxon sacudió la cabeza, con ojos firmes y decididos.—Es que no quiero un escándalo en vísperas de nuestra boda, vuelve atrás. —¿De qué discutís en el patio? —Oí a mi madre bajar las escaleras, nunca le he caído bien, incluso sospecho que no soy su verdadera hija. —Mamá, Romina....— Intente explicar. —¡Cállate, no te atrevas a difamar a tu hermana!.¿Qué haces aquí? Lárgate, Luz Marina — mamá me espetó, con los ojos llenos de ira y desprecio. — Mamá, he venido a verlos.— respondí con determinación, intentando acercarme para abrazarla, pero ella me empujó. — Mamá tiene razón, no tienes derecho a estar aquí. Tú mataste a nuestro hermano — Romina me espetó, con los ojos llenos de ira y dolor, señalándome con el dedo acusador. — Cállate, Romina. Yo nunca dañaría a Ben — respondí, tratando de contener el torrente de emociones que amenazaban con desbordarse. — Pero lo hiciste, Luz Marina. Acabaste con la vida de nuestro hermano. Lo hiciste — insistió, con voz acusante. — Romina tú no eres quién para juzgarme.— Respondí — Tú y Max.... — No permitiré que ofendas a mi hija.—Me advierte mi madre. — Ya es suficiente las dos... — intervino mi padre quién se acercó detrás de mi madre, con voz firme, tratando de poner fin a la confrontación que se desataba entre nosotras. —Por favor, hija vete, ya no le causes más dolor a tu madre.— Suplica mi padre. —¿Papá tú también crees que fue mi culpa?— Le pregunté sintiendo que las lágrimas se acumulaban en mis mejillas. —¡Vete por favor Luz Marina!— Me suplica papá. — Jamás debiste salir de la clínica, por tu culpa tu hermano está muerto. Siempre deberás cargar con su muerte.— Me acuso mi madre no antes de pegarme una bofetada. No logré dejar de llorar.Luz Marina Hoffmann Aún no puedo creer que todo lo que ocurrió sea real. Que Maxon Chrysler haya sido parte de mi vida. Él convirtió mi vida y la de muchas mujeres en un infierno completo. Asesinó, secuestró y vendió seres humanos, pero también sufrió. Fue víctima y verdugo en la delincuencia armada. Su muerte dejó más dolor que alivio, especialmente para las víctimas que deseaban que pagara con cárcel por las vidas que destruyó. Pero él siempre encontraría la manera de escapar de la justicia. La única forma de terminar con él fue su muerte. Nuestras balas no lo mataron. Murió ahogado en menos de cinco minutos. Muchos dicen que no sufrió lo que merecía, pero para mí, la sensación de que el aire se escapa de tus pulmones es horrible, y no puedes hacer nada. En estos momentos me siento en paz, con mi pequeño Raúl en brazos. Acaba de tomar el pecho y está completamente dormido. Las gemelas y Diego se durmieron gracias a los cuentos de Damon. Mi bebé es un angelito que descon
Cuando subieron al barco, lograron divisar que en el cielo se estaba formando una gran tormenta. Rayos y relámpagos iluminaban el horizonte mientras las gotas de agua comenzaban a empaparlos. —Deberíamos abordar en una isla, señor Chrysler —le indicó uno de sus hombres, mirando al cielo con preocupación. —No me detendré hasta llegar a aguas internacionales —respondió Maxon con determinación fría. Sabía bien lo que significaba estar en aguas internacionales: una zona fuera de la jurisdicción de cualquier estado, un lugar sin ley. Maxon podría hacer lo que quisiera y no habría consecuencias. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo cuando él me tomó por la cintura y dejó pequeños besos en mi cuello. —Tal vez le deje al niño a Damon, no quiero ser tan cruel con mi primito —murmuró con una sonrisa maliciosa. —Eres un desgraciado, Maxon —responde Luzma con rabia. —No era lo que querías, Luzma, a tu hijo lejos de mí. Sabes que tus deseos son órdenes, mi amor. —Te odio.— Espeta
Romina está aterrada, se aferra al prendedor que le entregó Luzma con la esperanza de ser liberada. Se encuentra en el sótano del barco, encerrada y rodeada de cientos de mujeres que no dejan de llorar. Nunca se imaginó estar en esta situación: separada de su familia y a punto de ser vendida como mercancía a un hombre que le produce náuseas.—Quiero a mi mamá —solloza la niña más pequeña, que tiene unos diez años.—Yo también —Romina no controla sus lágrimas.En los momentos en los cuales sientes que puedes morir, solo piensas en tus seres queridos y en que nunca más los verás. Ella recuerda con nostalgia la última vez que vio a su madre, cuando Raquel le suplicó que cambiara de vida, pero ella solamente se burló y le dijo que no quería volver a verla nunca.Las mujeres intentaron cubrirse lanzándose al suelo cuando escucharon disparos y movimientos extraños en el barco.“Soy muy joven para morir,” piensa Romina para sí misma.Al cabo de unos minutos se abrió el sótano, y ella suspiró
Luz Marina Hoffmann—¿Está bien, señora? No deja de temblar —me pregunta una de las sirvientas encargadas de atenderme. Ella también se encarga de cuidar a mi bebé. Es una anciana y se ve buena persona.—Estoy perfecta. ¿No has visto un broche en forma de mariposa?— Pregunté —Claro, lo dejó en la tina. Al niño Nicolás no le gusta la mamila, no puedo lograr que la tome.— Comenta preocupada.—Su nombre es Raúl y yo me encargo de él. Usted vaya a buscar mi broche.— Le indique —Sí, señora —ella asiente y se aleja.Cargo a mi bebé entre mis brazos y dejo un beso en su mejilla. De inmediato abro mi blusa para alimentarlo. Él se prende de mi pezón y comienza a succionar.—No sé qué haré, pero tú serás libre, Raúl. Siempre recuerda que mami y papi te adoran.— Le prometí a mi bebé— Tú y tus hermanos serán libres.—No le mientas al niño —dice Romina al llegar.—Tú no me dirijas la palabra.— Rodeé los ojos.—Es la verdad. Tú te irás muy lejos y convenceré a Maxon de que se deshaga de él.— Se
Maxon Chrysler En este instante, estoy observando a Luz Marina. Cuando creí que era suficiente su castigo, ordené a mis hombres que le quitaran las esposas y la cargué en brazos hasta llegar a mi habitación.Me percaté de que ella está ardiendo en fiebre, por eso procedí a desnudarla y sumergirla en la tina con agua tibia. También ordené a los sirvientes que le preparen la cena y le suministren medicamentos para que se sienta mejor.—Ella debe estar fuerte y sana para el viaje de mañana, será nuestro último día en este país —pensé en voz alta mientras la observaba.En cada rincón del país circula mi fotografía, por ese motivo debo irme cuanto antes. Además, sé perfectamente que Madrigal no descansará hasta atraparme.Luzma apenas está consciente, por ese motivo yo debo bañarla. Antes que nada, me encargué de enjuagar su cabello con shampoo y acondicionador, debí quitarle un prendedor en forma de mariposa que adornaba su cabello.Recogí su cabello en un rodete para que no le molestara
Me desperté confundida y desconcertada, observando a mi alrededor y encontrándome en un jardín con pasto verde sin ninguna otra planta. El sol estaba muy fuerte y su impacto en mi rostro me cegaba. Intenté moverme, pero era imposible porque tenía las muñecas esposadas. Observé a la distancia y me percaté de que Maxon estaba sentado, y lo que más me desconcertó fue ver a Romina a su lado, sentada en su regazo dándole un beso. Por lo que hablé con papá, él creía que Maxon le había hecho daño a su hija, pero por lo que veo, ella está muy bien. —Mira quién despertó, mi amor —se burla mi hermana. Maxon la empuja para levantarse del asiento y se acerca a mí. Impacta su puño en mi rostro, logrando que mi labio sangre. —¿Dónde está mi hijo? —le pregunté entre lágrimas. —No soporto las traiciones, Luzma, tú lo sabías perfectamente —él lleva sus manos a mis mejillas, deteniendo mis lágrimas—. Me dejaste por ese imbécil y te juré que lo pagarías. —¡Deberías matarla de una vez! —l
Último capítulo